La tripulación del SV503 va en busca de alimento


Si así era la vida del salvadoreño, pasar de largo todo lo que ya tenían, era muy temprano para determinarlo. La expedición tendría que continuar, esta vez en busca de alimentos, en un nuevo capítulo de “Bitácora del vuelo SV503”.


-Compañeros mukusulubenses, por muchas calles andado hemos. En cuestión de minutos nuestros organismos quemado habrán sus últimas reservas calóricas. En busca de provisiones deberemos partir para continuar nuestra expedición en El Salvador-, dijo el capitán Mukusulicio a su tripulación.

Desapercibidos entre los transeúntes que pululaban en las afueras del Parque Infantil cerca de las 1600, los viajeros del planeta Mukusuluba se dispusieron a buscar un establecimiento que saciara la necesidad biológica de alimento propia de los cuerpos terrícolas en los que habían mutado esa mañana al aterrizar en el Hula Hula.

Después de recorrer un par de cuadras se encontraron con un letrero que rezaba "Comida a la vista". Seguros de haber llegado a la coordenada correcta, se adentraron al pequeño local llamado "Comedor Leydi Dayana", se ubicaron en una mesa al fondo y se dispusieron a discutir cuál sería la forma más adecuada de inspeccionar la gastronomía salvadoreña.

A pesar de la reluctancia de Mususulógico, acordaron probar toda la comida que se les presentara y uno por uno fueron pasando al vaporoso aparador que mantenía las raciones calientes. Al observar la pluralidad de opciones, decidieron ordenar dos ejemplares de cada platillo.

Al llegar a la caja, con 12 azafates repletos de porciones, Mukusulósofo se apresuró a armar una frase que incluyera alguna las tantas palabras que había memorizado del "Diccionario de Salvadoreñismos" y dijo:
- ¿Cuánto va ser seño'?
- Déjeme ver que lleva corazón-, respondió la cajera.

A su sorpresa, la orden parecía nunca terminar y sus dedos no se despegaban de la calculadora:
- 2 tamales de gallina, 2 de azúcar, 2 pisques con salsita, 2 de elote, 2 de chipilín con queso... Quiero ver... 2 pupusas de queso, 2 de queso con loroco, 2 de frijol con queso, 2 de chicharrón, 2 de ayote y 2 revueltas... 2 órdenes de yuca frita y 2 órdenes de salcochada (2 con merienda y 2 con pepeshca, una de cad'una veá)... una orden de empanadas de frijol y otra de leche... dos leches poleadas... una orden de buñuelos de huevo con mielita... otra de nuegados mixtos (ahí le puse de masa y de yuca veá)... un atol de elote, un shuco (con aiguashte, frijoles y chile veá), una horchata, una cebada, una Kolashampán y una Pílsener... ¿Pan dulce no me va querer llevar corazón?

-No, solamente. Gracias. ¿Cuánto nos sale?- contestó Mukusuteos, preocupado por la cantidad de alimento que estaban a punto de engullir. ¿Podrían sus cuerpos terrícolas tolerar tan grande ingesta? Todo fuera por el éxito de la expedición.
-37 dólares con 50 centavos le salen corazón-, sentenció con una sonrisa de oreja a oreja la mujer. Era la venta del día.

Mukusulicio se encargó de hacer la aritmética mental y poner los extraños billetes verdes en la mano de la salvadoreña que tan amablemente los había atendido... de tanto cariño hasta los llamaba "Corazón".
- ¿Y las dos coras no lleva para darle 3 de vuelto?-, preguntó la mujer.
Temiendo que fueran descubiertos por desconocer el léxico que utilizaba la señora, el capitán solo alcanzó a decir:
- Este, quédese con el vuelto seño.

Una vez sentados en la mesa que habían reservado al fondo, los mukusulubenses comenzaron a ingerir las raciones adquiridas, sin antes examinarlas detenidamente. Sacaron sus grabadoras de voz y libretas de apuntes y rápidamente se oyó la voz de Mukusuniño:
- Salvadoreños llamarle "pupusa" a masa de maíz molido rellena de diversos sabores, cocida en una plancha. He diseccionado un ejemplar relleno de ayote. Diviso unos trozos de algo verde. Parece ser un vegetal revuelto con una materia viscosa blanca... parece ser queso. Está caliente. Lo deduzco por el vapor que sale de la masa cocida. He dado el primer bocado. La textura es suave. El sabor es agradable...

Al otro lado de la mesa, Mukusulógico inspeccionaba los tamales:
- La gastronomía conocida como "tamal" no aparenta tener mayor ciencia. Es masa de maíz cocida. El de elote tiene otro sabor y textura. El pisque lleva un relleno de frijol. El de azúcar es el más extraño de todos: es contra natura... gallina con azúcar y ciruelas. Asumo los salvadoreños lo ingieren de postre. En todas las muestras el elemento más difícil de entender es cómo remover la envoltura orgánica. Me da la impresión de que los cocineros utilizan una especie de hoja especial para hervir la masa con el relleno hasta que se coce...

Mientras tanto, Mukusuteos se dividía entre si prefería la yuca frita o salcochada o si prefería la merienda -extraña cocción de proteína alta en grasa-, a la pepeshca -raros pececillos fritos de salado sabor-. A la par suya, Mukusulósofo intentaba con dificultad distinguir entre los tipos de nuégados y buñuelos, ya que su paladar se había atrofiado a causa del exceso de sirope oscuro que inundaba el plato. Por lo tanto, prosiguió a probar las empanadas cubiertas en azúcar y la leche poleada espolvoreada con canela.

Mukusulicio se dedicó exclusivamente a estudiar las bebidas autóctonas. El atol de elote y el shuco tenían una textura almidonada. Seguramente su fórmula contenía maíz como todos los manjares sobre la mesa. El sabor de la bebida fría en el envase de color ámbar era demasiado amargo en contraste con las dulces horchatas y cebada. La carbonatada Kolashampán resultó ser alta en químicos edulcorantes, ya que a los tres sorbos le dejó una sombra de color anaranjado sobre el labio superior a Mukusuniño.

Y así se fueron alternando los platillos entre ellos. Cada comensal se tomaba su tiempo para observar, olfatear, tocar, saborear, masticar y digerir los alimentos que, sin lugar a dudas, serían un buen objeto de experimento para el Dr. Mukusutífico en el laboratorio de su planeta. No obstante, dudaron acerca de si se podrían reproducir con exactitud tan fragantes aromas y exquisitos sabores estando a años de luz de la tierra cuscatleca. "¿Qué harán los salvadoreños en el extranjero para saciar los antojos de sus recuerdos?", se preguntó Mukusuteos.

Entre bocados y mordiscos, los mukusulubenses compartieron impresiones:
- Es todo masa-, dijo Mukusulógico.
- Todo lo preparan con maíz, hasta las bebidas-, lo secundó Mukusulicio.
- Utilizan mucha materia grasa para la preparación de los alimentos-, comentó Mukusulósofo.
- La comida es sabrosa-, exclamó Mukusuniño, perdiendo la objetividad luego de semejante festín.

Ensimismados en su gula, nuestros amigos no se percataron de las miradas que atrajeron con su comportamiento. La gente los miraba como extraterrestres. Aliens que nunca habían comido en El Salvador. Claro, nadie fue tan imaginativo como para sospechar... nadie más que una discreta joven sentada en la mesa de la par, quien pensó para sus adentros: "Así se va a ver Tony cuando se decida a venir".
Si así era la dieta del salvadoreño, a base de carbohidratos, tenía muy buen sabor como para resistirla. La expedición tendría que continuar, esta vez con el objetivo de experimentar los pasatiempos de los salvadoreños, en un nuevo capítulo de “Bitácora del vuelo SV503”.

Comentarios

  1. comprendo al señor Mukusu..., yo tampoco sé distinguir entre los 3 tipos de nuégados ja ja

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  2. @SK Mario: Lo interesante está en cómo ven las cosas que los terrícolas vemos "comunes y corrientes".

    @Clau: Yo tampoco!

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