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Mostrando entradas de enero, 2011

Otra persona

A veces me pregunto por qué terminé siendo así y no asá. ¿Por qué no más sociable y menos analítica, más "Miss Simpatía" y menos sarcástica, más arriesgada y menos reservada? Una lista casi interminable de etcéteras. No. No es que lo desee -al menos no tan fervientemente-. A mis casi 25 años (shock) he llegado a un punto de equilibrio en que estoy satisfecha -o trato de estarlo- con como resulté. Bueno, en su mayoría. Aún así, hay días en que uno no puede evitar preguntarse "¿Por qué no soy así?". Y tal vez, solo tal vez, si fuera más asá y no tan así, la vida me sonreiría un poquito más. Q uizá hoy es uno de esos días en que simplemente me siento insegura y confundida. Y usted, ¿alguna vez ha deseado ser otra persona?

Una mala palabra

Hola tía: Siempre he pensado en escribir acerca de las cosas que pasamos los últimos meses, las últimas semanas y hasta el último día, ¿sabe? Pensaba que cuando lo hiciera despotricaría en contra del sistema de salud pública (y hasta del privado), del lúgubre servicio de Bienestar Magisterial en aquello que parece un sótano en el Rosales, en la falta de camillas, en los microbuses que se improvisan como ambulancias, en cómo hay que ir a rogar a aquel hospital de lujo insistiendo en que el maestro tiene derecho de que lo atiendan, en las escenas que uno ve en el Instituto del Cáncer, en todo. Pero la verdad es que dos años después poco me queda por decir, no son historias que me interese recordar. Para mí 'cáncer' es una mala palabra y para el que se lo diagnostican, frecuentemente, una sentencia de muerte. Quisiera haber tenido menos miedo en los últimos días, haber sido más sabia para encontrar palabras que la pudieran reconfortar cuando íbamos y veníamos de las radiaciones, o

De "El Secreto" y otras hierbas New Age

Recuerdo que cuando llevaba la materia Comunicación Institucional la catedrática nos puso a ver la película de El Secreto , lo cual no me pareció sino una muestra más de su exagerada devoción por los libros de superación personal. La vi como quien no cree y quizá en el fondo quiere creer tan siquiera un poquito en todo ese rollo del universo y atraer las cosas con el pensamiento positivo. Bah. No funcionó, seguí igual de incrédula que antes y lo archivé en mi memoria bajo el fólder de "Cultura general" -término tan ambiguo-. Una de las cosas que más me quedó grabada fue una onda de hacer un cartelito con las cosas que se quieren. En el video salía un hombre que en su momento más desesperado -pregúntele a él por qué, yo no me acuerdo-, hizo el mentado ejercicio de visualización recortó la foto de una casa, carro, no sé qué cosas más, y a los años de tenerlo guardado se dio cuenta de que sin querer queriendo había comprado la misma casa del recorte. -"¡Qué paja!"-, p

Acumulando millas

Hay una escena en Up in the air en que el personaje de George Clooney le enseña al de Vera Farmiga su tarjeta de viajero frecuente y ella le pregunta qué va a hacer con 10 millones de millas (u otra cantidad ridículamente exagerada) y él le da a entender que nada, que solo las acumula para tener algo qué hacer, una meta que alcanzar. Oh, Clooney Quizá sea mejor que vea la película para una mirada introspectiva al carácter del protagonista, a quedarse con la pobre descripción de estas líneas. El punto es que a veces me comparo con el alter ego de Clooney. Siento que estoy acumulando millas (no, no son de vuelo), voy ahorrando de poquito en poquito una cantidad considerable, sin realmente tener una idea clara de para qué lo estoy haciendo. Decir "Estoy ahorrando para el futuro" es tan cliché y tan poco cierto. Reparé en ello deambulando en los pasillos del Rosales. El futuro pueden ser tan solo días o meses y uno no lo sabe. Claro, esto no significa que me voy a pon

¡Por qué a mí?

Frecuentemente escuchamos a otros pronunciar la frase "¡Por qué a mí?", si es que acaso no somos nosotros mismos quienes estallamos como personajes de una tragedia griega y nos rasgamos las vestiduras demandándole al universo una explicación por todo lo que nos va mal en la vida. En lo personal, he llegado a la conclusión de que no hay más motivo ni razón que el hecho de que mucho de lo que nos pasa nos lo buscamos nosotros mismos -consciente, inconsciente o subconscientemente-. Ojo, no afirmo que todos seamos criaturas masoquistas -aunque también los hay-, y que vayamos por el mundo buscando nuevas formas de inflingirnos dolor, angustia, preocupación o de meternos en camisas de once varas, pero mucho de lo malo se puede evitar. Hagamos un ejercicio, deje que le ayude a completar la frase en estudio en los siguientes casos hipotéticos -pero oh, tan comunes en la cotidianeidad-: Voy a dejar una materia. ¡Por qué a mí? Faltaste a clases, tus compañeros te echaron del grupo po

Hoyos negros

En este mundo hay personas con complejo de hoyo negro. No les basta con sumirse en su negrura, sino que atraen y atrapan las estrellas a su alrededor hasta que estas caen en su agujero infinitamente hondo, sin dejar de caer. ¿Cómo se sale de un agujero sin fondo?

Llegó enero... ¿ahora qué hago?

Sí, ya sé. Esta entrada parece tener 18 días de retraso, pero aún me hago esta pregunta casi todos los días. Hacia finales del año pasado tenía cosas más apremiantes en qué pensar por lo que no tuve tiempo para entrar en pánico respecto a qué me depararía el 2011 profesionalmente. Pasó la operación, la recuperación, la navidad y llegó enero. Heme aquí sin saber qué hacer. Mi principal contrato de trabajo terminó en diciembre, y aunque continúo en un proyecto adicional anterior y apareció en el camino otro extra completamente inesperado, no dejo de pensar qué va a pasar con mi carrera y qué voy a hacer este año. Mientras sigo a la espera de procesos eternos en el departamento de Recursos Humanos en un lugar (que ya hasta empiezan a parecer improbables), y en la aprobación del presupuesto en otro (el plan B), la espera empieza a desesperarme, en parte por la inactividad de estos días. Tengo cosas que hacer, trabajo, pero aparentemente no lo suficiente como para mantenerme ocupada todo e

Material girl

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¿Sabe? Nunca me he tomado por una persona materialista. Por el contrario, califico mas bien dentro del rango de personas tacañas ahorrativas. Sin embargo, como decía la buena Madonna, we are living in a material world, y en ocasiones -como la "época de compartir" que acaba de pasar-, es casi imposible no sucumbir en un deseo hasta cierto punto salvaje por consumir.  Pero claro, si usted se encuentra en las mismas que yo, no habrá ni teminado de cantar la de la chica material cuando recuerde que de momento solo le alcanza para pegar la nariz en la vitrina. Le decía que nunca me he tomado por una persona materialista y he llegado a pensar que tal vez esto no sea del todo normal. Conozco personas de mi edad que se gastan todo su sueldo en salir, ir de compras y pasan la banda magnética de la tarjeta de crédito como lo más natural del mundo; y aquellos que ahorran, lo hacen para comprarse el último iPod, iPhone, iPad o qué se yo, lo que esté más de moda y te dé más es