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Mostrando entradas de marzo, 2011

Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa

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Uno de estos días veía un episodio repetido de The Big Bang Theory en que Howard evita a toda costa a una chica con la que estaba saliendo (compañera de trabajo de Penny) porque le da la impresión de que ella busca formalizar la relación en un noviazgo. El gran pavor no era el compromiso, sino que ese nerd escuálido no muy atractivo creía que él podía conseguir algo mejor, haciendo alusión a súper modelos, actrices o cantantes, y estar con una mujer real -aún cuando la susodicha era bonita- lo haría perder esa "oportunidad". Yo solo pensé en cuántos hombres son tanto o más idiotas que Howard Wolowitz y van por ahí discriminando chicas solo porque no se ven como la hermana gemela perdida de Pamela Anderson (en sus buenos tiempos), y también en las mujeres que creen fervientemente en el "príncipe azul" y que este va a  correr por la pradera en slow motion mientras su pelo se ondea con el viento.  Aunque le parezca risible, las hay quienes desde que vier

La edad de la inocencia

Una de estas noches mientras cenaba afuera, un par de niñas (hermanitas, me imagino) me robaron toda la atención por lo interesante de su conversación. Una, dándose aires de gran importancia, le preguntaba a la otra si conocía quién era el Cipitío, refiriéndose a él como "el que sale en la tele". No sabía qué debía sorprenderme más: si el hecho de que una niña nacida en el siglo XXI supiera quién era el Cipitío o que alguien aún sintonizara el canal 10 que tantos recuerdos de infancia me trae , a expensas de la variada programación infantil con la que se topa uno hoy en día. Me pareció, más que sorprendente, fascinante encontrar otra televidente de las aventuras del personaje mitológico más conocido en El Salvador, si bien procedente de una generación muy diferente a la mía -la pequeñita más hablantina no pasaba de los 6 años, algo ha de saber sobre Barney, los Teletubbies, la Floricienta o quienes sean sus secuaces del momento-. Pero lo que terminó por ponerme

60 minutos

Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, llamó a la Hora del Planeta "60 minutos de oscuridad para ayudar al mundo a ver la luz" ("60 minutes of darkness to help the world see the light”). Con todo respeto a Ban Ki-moon, para mí 60 minutos no son nada. Sí, hoy todos correrán a apagar las luces, electrodomésticos, la computadora... algunos hasta tuitearán "solo" desde su BlackBerry o iPhone con tal de ayudar al planeta, porque claro, es lo políticamente correcto y el color verde está de moda. Pero al minuto 61 volveremos a lo mismo. Verá, aliviar al planeta por una hora, aún si todos los hogares en el globo lo hicieran, no lo aliviaría lo suficiente en relación con lo que le seguiremos haciendo mañana... y pasado mañana... y después de pasado mañana, ad infitnitum. Estos 60 minutos son como darse una gran hartada de puros carbohidratos, grasa y azúcar, y querer sentirse menos culpable al respecto yendo una hora al gimnasio. La Hora del Planeta,

De clic en clic

A veces me sorprende todo lo que puedo descubrir de clic en clic. ¿Se ha puesto a pensar en toda la información suya que está colgada en internet? Empiece por buscar en Google su nombre. ¿Cuántos resultados le tiró? ¿Su Facebook, LinkedIn, Twitter? ¿Algo relativo al trabajo, la universidad? Podría apostarle que no le costó mucho encontrarse en la web, ¿o sí? Probablemente gracias al anterior ejercicio ha encontrado al menos a un par de personas. ¿Cuántas fotos de conocidos o de quienes ya no son sus "amigos" ha podido ver a través de sus perfiles de Facebook? Aquel muchacho que le gustaba en sus viajes por el mundo. O al nuevo esposo de su ex novia bailando con ella en la boda. ¿Cómo se enteró de qué ha sido de aquella amiga del colegio con quien ya casi no habla? ¿O aquel familiar que ahora vive fuera del país? ¿Lo encontró en Internet?  Le digo, sin ánimos de alarmarlo, que yo he encontrado hasta números de DUI y NIT gracias a que la persona en cuestión alguna vez

Cuando todos los días son días de algo

Saludos a usted que hoy se vistió de verde. No puede ubicar Irlanda en el mapa -incluso puede que no sepa que hay dos Irlandas-, no se sabe el nombre de la capital, tampoco sabe quién era el tal San Patricio, pero usted anda feliz de que hoy se celebre St. Patrick's day. Sí, saludos a usted que, desde que se instaló en su país un restaurante que dice ser pub irlandés pero no es sino una franquicia estadounidense (no muy diferente de la que dice que es chilli pero sirve otras cosas o la que le agradece a Dios que es viernes), se enteró de que en una fecha a mediados de marzo se celebra el día de la cerveza verde y usted asiste a rendirle tributo. Aunque los "días de algo" nazcan con la buena intención de conmemorar algo (el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, la madre, el padre, el niño, la mujer, ¿el hombre?), el mercadeo no tarda en clavar sus garras en ellos y hacer que todos los días sean de -aún- más consumo.  Otros tienen su génesis en la necesidad de

De echarse la soga al cuello

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De un tiempo a acá he notado que varios de mis conocidos empiezan a casarse. No son ideas mías, son los relationship status de ellos en el Facebook.  No tengo nada en contra del matrimonio. De hecho algún día espero casarme. Tampoco me quita el sueño pensar que podría no pasar. Sé que no estoy dispuesta a cambiarme el apellido y ser "de alguien", pero también sé que sí estoy dispuesta a compartir mi vida con alguien. Sin embargo, sigo sin entender el porqué de tantas ganas de casarse a estas alturas de la vida. A los (casi) 25, me parece una locura echarse la soga al cuello, a menos que uno esté en toda la capacidad porque papi paga o porque de verdad se está enamorado, la relación ya lleva sus años y hay compromismo y deseo de ambas partes por empezar literalmente desde cero -que también pasa-. Pero si apenas vas saliendo de la universidad y entrando al mundo, ¿para qué? Falta mucho por ver, oír, leer, aprender, saber, conocer, vivir... por crecer. Estos son

Aplasta sueños

Mi hermana dice que soy una aplastadora compulsiva de sueños. Yo solo digo que soy realista. Soy del tipo de persona que cree que no está mal soñar, en grande, en gigante y alta definición si se quiere, pero también hay que saberlo hacer lo más realista posible, ya que a mi parecer, esa es la única manera útil para transformar un sueño en realidad.  Mi sobrino a los 7 u 8 años decía que él iba a jugar fútbol para un club europeo cuando fuera grande. No es subestimarlo, que juega muy bien, pero sinceramente, ¿cuáles son las probabilidades? Estoy casi segura de que le dije algo parecido a "Hijito, para llegar a hacer eso tenés que practicar mucho", lo que pensé era lo más políticamente correcto para no meterme en líos como la vez que le dije que Santa Claus no existía. El día que mi papá -médico- me dijo que quería poner una agencia aduanera o algo por el estilo cuando abrieran el Puerto de Cutuco casi me caigo de la silla (pretendía ser el jefe a distancia, sin te

Hombres que necesitan reafirmación positiva a la mañana siguiente

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Es una verdad universalmente reconocida que todo hombre, soltero o casado, poseedor de una gran fortuna o no, necesita reafirmación positiva a la mañana siguiente. Bueno, tal vez no todos, pero tiene que admitir que hay muchos hombres inseguros que necesitan que les estén diciendo constantemente si son guapos, inteligentes, graciosos, exitosos, qué se yo. Es como si nunca dejaron de ser aquellos pequeñuelos que corrían a los brazos de mami. Por eso se les ve en los gimnasios "echando" brazos mientras contemplan absortos su imagen reflejada en  el espejo y escapan a darse un beso y golpearse en el espejo cual Narciso que se fue de boca en el estanque. Si lo que ven no les gusta -y su mamá no termina de convencerlos de que son los hombres más deseados del universo-, lo pueden compensar con ropa de moda, el celular más moderno, la computadora más avanzada, el carro más grande porque claro, el tamaño sí importa y esas son las únicas cosas en las que nos fijamos las mujeres

Moda que no acomoda

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Cuando se trata de moda me pasa algo similar al fútbol: me gusta verlo, pero no practicarlo. Soy cualquier cosa menos fashionista . Por el contrario, puedo pasar por fashion victim .  Pero el hecho de que no me guste disfrazarme vestirme "in" no significa que no sepa apreciar lo que se ponen los demás y en este mundo voyeurista en el que vivimos sobran las oportunidades para enterarse cuál es el último grito de la moda.  Como (casi) cualquier mujer (sin oficio y con acceso internet), me meto a la web de Christian Lauboutin allá a los meses en una noche de aburrimiento y me deleito viendo zapatos preciosos de 14 cm. de alto y $895 de precio, que jamás podría comprar ni "domar". Si la noche no pinta para más puede que termine viendo vestidos de novia de Oscar de la Renta o curioseando las galerías de imágenes con las colecciones de diseñadores cuyos apellidos no puedo pronunciar. Mientras navego recuerdo aquel documental sobre la última colección de Valent

Pensamientos estériles

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A finales de septiembre, en medio del torbellino, me diagnosticaron síndrome de ovarios poliquísticos. Tengo quistes pequeñititos en los ovarios. No sé por qué me da tanta pena decirlo, no es como que se trate de una enfermedad venérea, solo es algo que se formó en mi cuerpo sin qué ni para qué, sin que yo me diera cuenta. Es tratable, lo es. Me dicen que me van a prescribir otra pastilla, la segunda en mi cóctel, y que eso, sumado a cambios en mi estilo de vida, podría hacer que desaparezcan tan mágicamente como aparecieron.  Pero luego me dicen que existe la posibilidad de que tenga problemas de fertilidad "en un futuro", aunque siempre hay un doctor que, después de que sale con un "por ejemplo, si actualmente usted estuviera casada y quisiera tener hijos, probablemente le costaría o no podría", lo trata de deshacer con un "pero eso no lo sabemos ahora". Le doy crédito, él tiene un punto, pero que te digan de la manera más políticamente correcta &qu