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Mostrando entradas de julio, 2012

Recuerdos

Por más que intentó abrir la caja con cuidado para saber si todavía estaban allí, los recuerdos se escaparon. Para cuando quiso meterlos de nuevo, ya había olvidado la combinación del candado.

Dicen que así empieza el Alzheimer

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Últimamente me he descubierto a mí misma pensando en el pasado. Lo que no es raro. Ya lo hacía todo el tiempo. Con la diferencia de que hoy tiendo a pensar en el 2002. ¿Es extraño que te dé por pensar en tus últimos años de colegio? No lo sé. Tal vez no. Lo curioso es que en esos momentos de lucidez, cuando detectas por qué estás pensando lo que estás pensando, no puedo evitar pensar que creía que ya me había deshecho de esos recuerdos. Y entonces me sonrío, porque 10 años después no son tan malos. Lo malo no es arrepentirte de lo que hiciste, sino de no haberlo disfrutado al máximo, porque el remordimiento es el recuerdo que queda. We'll fast forward to a few years later. No one knows except the both of us.

La ubicuidad de la papita frita

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Esta compite para el premio de la entrada más estúpida de las 400+ que van en este blog, o tal vez incluso la más ridícula en la historia del internet, pero me enfrento a una seria interrogante que seguramente ya lo ha atacado, estimado lector, en algún tiempo de comida a lo largo de su vida. Este tratado sobre la ubicuidad de la papita frita no es sino producto de preguntarme por qué diablos el 90% del menú de los lugares adonde voy viene acompañado de papitas fritas. Comensales del mundo, contémplenlo: la papita frita está en todas partes. No solo en restaurantes de hamburguesas, donde es normal que las sirvan y lo raro es, en todo caso, toparse con que a una le ofrecen otras posibilidades de acompañamiento. Hablo de sándwiches (submarinos, paninis, etc.), pitas, wraps, hot dogs, pollo frito y hasta filetes de res importados ("USDA Choice" que le mientan) todos servidos con papitas fritas. ¡Papitas fritas! Nada más. En cualquiera de sus formas, pero al fin y al cabo,

Silencio

Esa sensación de vacío que queda al final del día, cuando la bulla se acaba y te toca enfrentar el silencio.