Se me va la vida

Por años (10 consecutivos para ser exacta) mayo fue sinónimo de Eurovisión y la final de la Champions League. Aunque no sintonizo la final de la UCL desde el 2011, el festival de la canción había sido una constante. Mi dosis de friki anual. Algo a lo que aferrarme en abril para decir "¡Ya va a ser mayo!". No tengo nada en contra de mayo, pero vamos, que tampoco tiene algo súper especial.

Amiguitos, la mañana del 27 de mayo pensé "Hey, ya se va a acabar mayo. ¿Y Eurovisión?". Eurovisión ya había pasado y yo me lo perdí. España quedó en penúltima posición y yo me perdí los comentarios agrios de los presentadores de la Televisión Española (TVE) que cada año se resumen a un "Cantamos como nunca, perdimos como siempre". La ganadora fue Dinamarca y, con ello,  me perdí otro comentario agrio de cómo ganó un país escandinavo en una final celebrada en Malmö, Suecia. 

Mi problema no es con Eurovisión. Es con mi memoria, con el tiempo y la manera en que a veces parece que se me va la vida y los planes que tengo, o que creo que tengo, también se me van porque se quedan en el olvido, porque no hay tiempo para acordarse y cuando menos lo siento ya se acabó el día, la semana, la quincena, el mes, el trimestre, el semestre, el año. La vida.

Eurovisión solo fue una cosa estúpida que me lo recordó.

Para muestra, esta entrada la quise escribir hace 19 días.

Comentarios

  1. Pierdo la modestia, yo cumplo año en mayo, eso puede al menos ayudar a que mayo tenga otro color, digo pues, sino es tanta la molestia. :)

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