La delgada línea entre estar y sentirse sola


Estoy sola otra vez. Aunque en mi caso, no estar sola es más la excepción que la regla. La mayor parte del tiempo no me molesta estar sola. No al grado en que sienta que el soundtrack de mi vida incluye "All by myself" de Celine Dion. No, no soy Bridget Jones.

La historia corta es "Estuve dos años en una relación. Se terminó". Los meses que siguieron a la ruptura me dediqué a estar triste y, quizás como consecuencia, estuve más concentrada en todo lo demás. Eso es fácil con +40 horas de trabajo a la semana. No hacía mayor cosa con las horas que pasaba fuera de la oficina, lo que tampoco contribuía a mi estado anímico. También me sentía sola.

Estar y sentirse solo no tiene nada que ver con estar o no en una relación. Tampoco estar feliz. Aún con alguien te puedes sentir tristemente solo.

A principios de este año me percaté de que no era la falta del otro lo que me impedía hacer algo. Algo diferente, algo nuevo, algo. Cualquier cosa. A pesar de que, como alguien bien me señaló, tengo la ventaja de que no me da miedo hacer cosas sola, yo misma era el obstáculo que se interponía entre vivir e irla pasando. Culpemos a la hueva, si quieren, pero lo que necesitaba era apagar Netflix, levantarme del sofá y salir. 

En el primer trimestre del año fui más veces al cine de las que fui todo el año pasado. Tomé clases de salsa (sí, de baile) y otras de cocina. Descubrí restaurantes. Compré entradas para el teatro. Me dio por salir a caminar. Empecé a planear un viaje. Volví a cuidarme y a preocuparme por mí. Y se siente tan bien.

La mayoría de las cosas las hago sola; yo me convertí en mi mejor compañía. Aún así, a veces me siento sola. A veces todo lo que falta es una persona con quien tener una buena conversación mientras cenas o alguien con quien comentar después la película. O tener a alguien que esté pendiente de preguntarte cómo te fue en la cita del médico o a quien llamar para pedirle un favor. Alguien con quien sentirte feliz.

Sin embargo, después de tanto año perfeccionando el arte de estar solo, llegas a aceptar que no depende de ti tener a alguien con quien compartir tu vida -familiar, pareja, amigo, conocido, contacto, encuentro cercano del tercer tipo-, ya sea un breve instante o de esa manera significativa que nos da a los humanos por anhelar. 

Parafraseando a Sanz, este año lo que quiero es que al fin salga el sol, sin importar la compañía.

Comentarios

  1. No es lo mismo ser que estar ;)
    Me perdí un tiempo de tu time line así que no sé si quien ya no está es quien yo creo, pero, como alguien que no le da "cosa" hacer cosas sola (restaurantes, cine, viajar, etc) debí decir que te comprendo, ya que aunque en gral me las arreglo sola, siento extraño y un vacío cuando estamos/vamos a lugares/situaciones en las que habitualmente debería haber uno más.

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    1. Hola Karla. Creo que algunas situaciones se prestan para resaltar la ausencia de algo/alguien. Gracias por comentar :) P.D. No sé si se trata de la misma persona.

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