Ese estado "high" en un concierto

Tenía 11 años cuando asistí a mi primer concierto. Convencí a mi papá de que me regalara las entradas como un premio por haber aprobado grado. Viendo en retrospectiva, mi papá fue bastante complaciente, algo inusual en él. Pero a esa edad, y siendo mi primer crush con un artista, ver a Enrique Iglesias en vivo era lo que más deseaba en todo el mundo. Ingenuo, lo sé.

Era un domingo de noviembre e Iglesias visitaba El Salvador por primera vez. Estamos hablando de 1997, apenas tenía dos álbumes y era probablemente uno de los artistas más famosos del pop en español que pudiera venir al país en ese entonces. El concierto era en el Gimnasio Nacional.

Llegamos con mi mamá a eso de las 2 p.m. y las puertas del recinto se abrieron pasadas las 6 p.m. El público, en su mayoría mujeres, entró en estampida y en esa marea humana me separé de mi mamá, quien me encontró minutos más tarde llorando con unos agentes de la Cruz Verde. Creo que lloraba más de pensar que podía perderme el concierto. Tenía 11 años, por Dios.

Lloré una vez más cuando el español salió al escenario, mientras el corazón me latía más rápido. Fue la emoción más natural que pude haber sentido.

Sí. Algo así.

Ese fue el día que me volví adicta a los conciertos. Al thrill que recorre el cuerpo cuando las luces se apagan, a la libertad que se siente al entregarse a la música, a corear (o tararear las canciones) como si no hubiera mañana, a bailar sin importar quién me vea, a gritar cosas sin importar quién me escuche, a disfrutar. A simplemente ser parte de una euforia colectiva en que todo es felicidad y uno se siente más vivo. High.

Desde esa noche de 1997, he asistido a una treintena de conciertos. 31 para ser exacta (¡y pronto 32 😍!). No todos me dan taquicardia, que conste. Solo me ayudan a abstraerme de la realidad por unas cuantas horas.

Anexo [Enlace]: Lista de todos los conciertos a los que he ido alguna vez.

La mayoría han sido porque me gustaba la música del artista en ese momento, y los más especiales han sido los de mis artistas favoritos de toda la vida. Recuerdo claramente la emoción cuando anunciaron que vendría Ricky Martin justo en la antesala del concierto de Alex Ubago. Ricky Martin, mi crush desde 1998, de quien coleccioné cassettes, pósteres, revistas, recortes del periódico, cuadernos y hasta manteles y portavasos en mi adolescencia.

Forever a fangirl

Ver a Ricky en vivo por primera vez, una persona real parada frente a mí (si bien separados por unos cuantos metros de distancia), tiene que haber sido una de las experiencias más increíbles, de esas que sientes la necesidad de pellizcarte para comprobar que no estás soñando. ¿Ingenuo? Tal vez. Mi hermana aún se burla de mi reacción cuando Ricky salió al escenario cantando "Til I get to you". Esa emoción se repitió cuando regresó con la gira "Black & White" en 2007 y, seguramente lo mismo habría pasado de haber dado el concierto que tenía programado en 2011

Otros me han evocado emociones con sus interpretaciones, como Alejandro Sanz, a quien he tenido la buena fortuna de ver en concierto tres veces, cuatro si contamos cuando cantó "A que no me dejas" en el espectáculo "Plácido en el Alma". Sanz a solas con su piano es de las cosas más bellas, especialmente cantando "¿Lo ves?", una de mis favoritas. De todas sus giras, probablemente la que más he disfrutado ha sido "El Tren de los Momentos" en 2007, cuando cantó "A la primera persona". Ese fue el primer concierto al que fui sola y que pagué con mi propio dinero.

Otros me han sacado de mi zona de confort, como cuando tomé la decisión de viajar a San Francisco para ver a Justin Timberlake de gira con Jay-Z. Asistir a un concierto en otro país, especialmente en Estados Unidos, es una experiencia totalmente diferente. Y pensar que en poco más de un mes repetiré la hazaña, esta vez con la parada de "Man of the Woods" en Los Ángeles.



No tengo futuro como camarógrafa.


A otros los he esperado con ansias y luego he tenido que ir en su búsqueda cuando mi país no es incluido en sus giras, como Pablo Alborán en Guatemala con "Prometo". Ese, debo decir, ha sido uno de los mejores conciertos a los que he ido en toda mi vida. Pablo cantó casi dos horas, el setlist fue perfecto, intercalando todas las canciones de su nuevo álbum con sus mayores éxitos. Músicos impecables. Tocó la guitarra, tocó el piano ("Solamente tú", "Prometo"), la percusión. Más que interactuar con el público, flirteaba. Bailaba al compás de las canciones. Se miraba como si genuinamente lo disfrutaba.

Ah, y los brazos. ¿Mencioné los brazos? ¿O el momento al final en que se echó una botella de agua encima para apaciguar el calor? El hombre es sexy, lo sabe y se aprovecha. Nadie se está quejando.

Perfecto. De principio a fin. Solo quisiera haber estado aún más cerca.

Otros me han hecho viajar en el tiempo. Nunca soñé con ver a los Backstreet Boys en concierto, pero cuando lo hice hace un año en su residencia en Las Vegas, me sentí como si había vuelto a séptimo grado. Si bien es cierto que los BSB ya no son veinteañeros, el espectáculo que dan es de calidad e incluso respetan muchas de las coreografías originales ("As long as you love me" con las sillas, justo como en el video). Esta fue, sin lugar a dudas, una de las mejores experiencias que he compartido con mi hermana.


Yo grabé este video. Los gritos pueden (o no) ser míos. Seleccionen la opción HD.


A otros fui en calidad de acompañante, como la vez que mi hermana quería ver a Los Rabanes y terminamos en un pabellón de CIFCO lleno de humo por los fans de Gondwana. Les daré una pista: no era humo de cigarrillo. Terminamos sin ver a la banda panameña porque era medianoche y no salían al escenario. Ahora puedo decir que fui a un concierto de reggae.

O como la vez que mi hermana mandó una cantidad absurda de mensajes SMS para ganarse entradas para el concierto de Belanova y Moderatto, el cual admito terminó siendo bastante entretenido. O la vez en que ambas, emocionadas como unas niñitas -a pesar de tener 15 y 20 años-, fuimos a ver el espectáculo de la telenovela argentina "Floricienta", que terminó bajo un aguacero.

Curiosamente a muchos de los artistas que he visto en concierto les he perdido la pista. Tiziano Ferro, who? Pero en ese momento concreto, el presente que es realmente el único que cuenta, las experiencias las he vivido al máximo. Algunas inclusive pasaron sin planearlas, como el concierto de la Banda El Recodo en El Zócalo mientras esperábamos el grito de independencia en CDMX. Sí, yo bailé con todo el flow "La fresa". Porque de eso se trata la vida.

Entonces, ¿qué conciertos quedan en el bucket list? Definitivamente Michael Bublé. Me muero de ganas por verlo en concierto. Todo es cuestión de paciencia y de que él vuelva a la música, lo que me da tiempo para ahorrar. De ahí hay otros a los que me gustaría ver y de seguro en algún momento regresarán a El Salvador, como Carlos Vives, Fonseca, Chayanne y Miguel Bosé.

Hasta la próxima vez que el corazón me lata más rápido para recordarme que estoy viva.

Michael Steven Bublé, te tengo en la mira.



P.D. Enrique Iglesias me dejó de gustar en 1998.

Comentarios

  1. Empezá a ahorrar, Chayanne viene este año, dice Two Shows.
    Niña, y yo pensé que había vivido, te saltaste la barda, sos mi heroína.
    Nada me gusta más en la vida, ni los libros, que ir a conciertos de los artistas que me gustan.
    Te voy a copiar y haré mi lista.

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    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario. Y el halago. Dudo mucho que pueda calificar como la heroína de nadie jaja. Siempre es bueno saber que una no es la única persona a la que le encantan los conciertos. Y si Chayanne viene, robándole la frase a él mismo, ahí estaré.

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