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Mostrando entradas de 2020

Misceláneos - Vol. I

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A veces creo que soy una persona... peculiar. Me apasiono por temas que a los demás no les parecen interesar tanto. Los perfumes , por ejemplo. Hasta vi documentales. Desde la nariz y las familias olfativas, hasta la creación del envase, el empaque, la campaña de mercadeo. Fascinante. Iba a escribir sobre eso en el blog, pero mejor les ahorro la molestia. En resumen, me inclino por las fragancias de la familia oriental floral, tengo tableros en Pinterest donde clasifico mis perfumes por familias, uso un sitio web para aprender más sobre cada perfume y he llegado a la conclusión de que, dentro de lo que cabe, los perfumes son la manera más asequible de tener algo del estatus de las marcas de lujo (aunque en muchas ocasiones estas marcas sean concesionadas a otros conglomerados empresariales, porque sí, hasta eso he investigado). ¿Voy a tener alguna vez algo que sea Chanel? No. Pero tengo un frasco de Coco Mademoiselle que cuido desde el 2016 que me lo regaló una tía y usarlo me hace fel

Quitarle la culpa a los placeres

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En algún lado escuché que tenemos que dejar de ocupar la frase "placer culposo". ¿Por qué deberíamos sentir culpa por las cosas que nos gustan o hacen felices? Claro está, siempre que estas cosas no dañen ni supongan un riesgo a nadie más ni a nosotros mismos y quizás aún en esos casos, la culpa no es el sentimiento a sentir porque por lo general la culpa no resuelve nada. Pero la frase está bien arraigada en el lenguaje, probablemente más en el inglés. Binge watching en Netflix es un "placer culposo". Ver películas de navidad es un "placer culposo". Los postres son un "placer culposo". Hasta lo más superfluo e inofensivo tenemos que verlo como un placer culposo y sentir vergüenza de que nos guste. Yo misma he usado la frase "placer culposo" al referirme a un hobby inocuo: leer el género romance . He de confesar que por muchos años he manejado mis hábitos de lectura como algo vergonzoso que debe permanecer privado y, en la medida de lo

De Lucifer, Tom Ellis y terapia psicológica

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Netflix me conoce. Lleva años aprendiendo acerca de mí. A veces le hago caso a sus sugerencias. A veces no. Un par de meses atrás noté que Netflix insistía en recomendarme la serie " Lucifer ", pero por motivos que no logro entender, no le presté atención. Quizás fue por puritana. Quizás por falta de curiosidad. Quizás por dejadez. Había escuchado un poco acerca del fandom de Lucifer. Incluso vi el video de los "thirsty tweets" de Tom Ellis (que ahora comprendo mucho, mucho mejor). Pero hasta hace un mes, no me había dignado a ver ni un episodio de este programa. No sé ni siquiera qué estaba esperando, pero resultó ser un programa de detectives en que el personaje principal es el diablo. Lucifer, Satanás. Belcebú. Ya vi la primera temporada y me gusta la trama. Y pues, esta otra trama no está nada mal tampoco... Yo también le dedicaría varios "thirsty tweets" a Tom Ellis 👀 Aunque una temporada es muy poco para afirmar cuánto me gusta la serie, de momento

Escribir para el Alzheimer

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A menudo digo que escribo para el Alzheimer. Dentro de 30 o 40 años, si un día quiero recordar lo que pasaba en mi vida o lo que se me cruzaba por la mente en mis veintes o treintas, todo lo que necesitaré hacer es leer este blog. Ayer comprobé esto. Estábamos almorzando con mi hermana después de nuestra clase de pastelería navideña cuando a ella le dio por recordar un programa que veíamos en un canal que se llamaba (¿o llama?) Casa Club TV.  Intentamos acordarnos del nombre, lo buscamos en Google y nada, hasta que de repente recordé que en su momento escribí en este mismo blog acerca de esos canales de TV.  Busqué la entrada y nada. La entrada estaba aquí, once años después, pero no había mención alguna del nombre del programa. Seguimos hablando y nos acordamos de aquella vez que ella horneó el pastel de cumpleaños de nuestra prima y nuevamente se encendió el foco en mi cabeza. Eso también  lo escribí en el blog .  Satisfecha nuestra curiosidad (el programa se llamaba "Inspiració

Mirada de Mujer, 23 años después

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En esta etapa de la pandemia acabo de desbloquear un nuevo nivel de señora: Estoy viendo "Mirada de Mujer". Sí, aquella novela de TV Azteca de 1997 (y que ya había visto en 1997 a la tierna edad de 11 anos). Un día apareció en mi Amazon Prime Video y simplemente supe que tenía que verla. No sé qué tanto persevere y vea los 120 episodios (apenas voy por el octavo), pero si de una cosa estoy clara es de que podrían volver a grabar la misma historia en el 2020 y seguiría siendo igual de válida. Hay hombres que siguen dejando a sus esposas por mujeres más jóvenes; mamás que siguen pensando que hay que seguir casada, aunque engañada e infeliz, con tal de mantener las apariencias; hijos que siguen pensando que la mamá es responsable (y por ende la culpable) de todo; y, especialmente, hay mujeres que creen que es su obligación moral soportarlo todo con una sonrisa y en silencio, porque todavía nos hacen creer que es parte del rol abnegado de mujer/esposa/madre. ¿Debería sorprenderno

En apreciación de Jennifer López

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No vengo a pretender que soy la fan #1 de Jennifer López, pero sí quiero dejar mi apreciación por escrito en alguna parte. Yo tenía 14 o 15 años cuando salió su primer álbum (mi canción favorita era "Play") y en aquel tiempo, JLo era la única figura femenina latina en la música en inglés y en papeles protagónicos en películas de Hollywood (de aquella época recuerdo que me gustaba "The wedding planner" con Matthew McConaughey).  Creo que eso fue lo que me emocionó de su presentación en el Superbowl, pensar que ella tiene años y años de carrera y que de alguna manera, ese show del half-time era la culminación y reconocimiento de mucho trabajo -aunque, acá entre nos, cuando lo anunciaron me pareció un poco ofensivo que sintieran la necesidad de tener dos artistas para llevar el peso del show, como si ni ella ni Shakira pudiera lograrlo por separado... En una  entrevista con Oprah Winfrey  (muy buena, por cierto), Oprah le pregunta por su presentación en el Superbowl y

Superstore: entre la sátira y la risa fácil

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"Superstore" se estrenó en el 2015, pero no fue hasta la cuarentena que tuve la oportunidad de verla, aprovechando que habían subido las primeras dos temporadas a Prime, el servicio de streaming de Amazon. En resumidas cuentas, esta comedia se trata del día a día en un supermercado tipo Walmart en St. Louis, Missouri, en el medio oeste de Estados Unidos, adonde a Hollywood le gusta situar a la gente común y corriente, como aquella serie "The middle". La trama depende de lo que suceda ese día en la tienda, aunque algunos personajes sí tienen arcos narrativos propios. De repente puede ser un día regular, y al siguiente episodio los empleados de la tienda ficticia "Cloud 9" se están preparando para Black Friday. Creo que una de las sorpresas agradables de la serie es la manera, a veces sutil y otras no tanto, de criticar ciertos aspectos de las corporaciones, la (falta de) seguridad social, el racismo y hasta la religión. Sí, es una de esas comedias de risa f

Salvemos a "Anne with an E"

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Recuerdo vagamente que cuando yo estaba niña allá en los 90s vimos con mi mamá en el cable la serie "Anne of Green Gables". Por años no recordé con exactitud la trama, pero asociaba el recuerdo con felicidad. Ya de joven encontré una versión abreviada de la primera novela en una librería y pude reencontrarme con parte de la historia. Y hace tres años, esta joya llegó a Netflix: "Anne with an E". "Anne with an E" está basada en la novela "Anne of Green Gables" de la canadiense Lucy Maud Montgomery, que trata de la vida de Anne Shirley, una niña huérfana de 13 años que, en un principio por error, llega a la vida de Matthew y Marilla Cuthbert, unos hermanos ya entrados en años que buscaban a un niño para que les ayudara con el trabajo de la granja. Sin entrar en spóilers, Anne es todo un personaje que destaca no solo por su cabello rojizo en el pueblo ficticio de Avonlea, en la Isla del Príncipe Eduardo, sino por su imaginación y sus opiniones progr

Babosadas pandémicas

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Nunca me puse a pensar con detenimiento cómo sería mi vida cuando fuera grande. Por ejemplo, cuando tuviera 34 años. Alguna vez de adolescente hice un punteo del curso "lógico" de mi vida. Iba a graduarme del colegio, estudiar en la universidad, graduarme de la universidad, conseguir un trabajo, estudiar una maestría (algo que le escuchaba decir a mi mamá), iba a hacer un viaje a Europa, iba a conocer a alguien, enamorarme, casarme (según mis cálculos, a los 27 años), a tener dos hijos (de nuevo, según mis cálculos entre los 30 y 33 años) y algún día, íbamos a ir todos a Disney. No me pregunten por qué a Disney, pero era una parte relevante del plan. Y la verdad es que he llevado esa vida lineal, con la excepción del amor porque, parafraseando a Beatriz Aurora Pinzón Solano, quizás el amor no es para mí. No le huyo porque ni siquiera se me presenta. Cómo va a ser la vida cuando sea grande -en este caso, lo que me queda de los treintas y las próximas décadas-, es la clásica ba

En Madrid: Caminar, tomar fotos, observar a las personas y repetir

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Ese cielo perfecto desde Las Ventas Hace exactamente un año, un 10 de mayo, llegué a Madrid para iniciar un viaje maratónico, marcado por la idea de "¿Quién sabe si esta sea la última vez que viaje a Europa?". Que irónico pensarlo en estas circunstancias en que no sabremos cómo será viajar en los tiempos del COVID-19, porque si de algo hay claridad es de que esto no se irá a ningún lado por un tiempo. No sé si alguna vez he explicado esto, pero mis Eurotrips siempre han empezado y terminado en Madrid porque aprovecho los puntos Avios de Iberia y una de las condiciones es que el boleto sea de ida y vuelta por la misma ruta.  En mi primer viaje en el 2013, pasé el susto de mi vida cuando perdí mi vuelo de París a Barcelona un 23 de diciembre en la noche y mi vuelo de regreso (BCN-MAD-SAL) salía al día siguiente temprano. Todo fue porque calculé mal el tiempo y de ribete me equivoqué de terminal en el aeropuerto. Tuve la gran suerte de que una señora de atención al c

Del transporte público y la zona de comfort

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En mi casa no tuvimos carro por más de 21 años, así que no soy ajena al transporte público. Es más, fui cliente frecuente de las rutas 101 por la mayoría de mi carrera universitaria. Eso me da algo de experiencia 😂 Y aunque tengo el privilegio de mi propio vehículo, cuando se trata de viajar, creo que hay una parte de mí que se emociona con la idea de andar en transporte público porque, seamos honestos, no podemos comparar los sistemas de transporte público de los países de Europa o de ciudades de Estados Unidos con el nuestro. Incluso el metro en Ciudad de México es cómodo cuando los carros van vacíos. De buses El viaje de 2019 en particular fue un experimento para expandir mi zona de comfort, empezando por el itinerario lunático en que no pasaba más de dos días en cada ciudad. Para mantener los costos bajos, decidí viajar en bus entre una ciudad y otra, tomando como referencia mi buena experiencia con Ouibus en el 2016 para moverme de París a Bruselas y de Bruselas a Ámsterdam.

Neuschwanstein (o lo más cercano a estar en un sueño)

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El cielo ¿Alguna vez han visto una foto de un lugar espectacular y solo piensan "Nunca podré ir allí"? Saben de cuales estoy hablando, de los que parecen sacados de un cuento . De esas fotos de calendario, fondo de escritorio o de Pinterest. Para mí Neuschwanstein era un lugar de esos inalcanzables. No sé ni siquiera por qué. Solo se veía complicado. "Aún si fuera a Alemania, ¿cómo llego ahí?", pensaba. Bueno amigos, hay una manera fácil de llegar ahí: perderle el amor al dinero y dignarse a pagar un tour que te lleve en la comodidad de un bus con un guía que te dé todas las indicaciones a seguir. Valió la pena cada centavo porque llegar al puente de Marienbrücke y ver con mis propios ojos el castillo fue como estar en un sueño. Este es el clásico momento que me hace asombrarme de lo lejos que he llegado: de no atreverme a soñar a atreverme a desear cosas, a planearlas e ir por ellas hasta conseguirlas. Amo tener esos momentos. Si no los tuviera significaría

Mi soledad y yo (y un litro de cerveza)

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Yo siempre abogo por las  mujeres que viajan solas . No tener un compañero de viaje no debería ser motivo para no viajar. Creo que la última vez que viajé con alguien fue en el 2018 cuando fuimos a Guatemala con mi hermana a ver a  Pablo Alborán en concierto  (ah, qué tiempos aquellos 😔), sin contar viajes de trabajo. Y aunque nunca escucharán de mis labios decir que me arrepiento de viajar sola, sería deshonesto de mi parte decir que no hay momentos en cada viaje en que quisiera tener a alguien especial con quien compartir la experiencia. Sigo pensando que me gustaría haber subido  las gradas en Toledo  con alguien para reírnos al recordarlo. En este viaje, ese momento de soledad llegó casi al final en Múnich . Quizás porque estaba necia de que quería ir al Jardín Inglés para tener una experiencia "auténtica" de un jardín de cerveza y caminé cuadras y cuadras sin ver más que un par de personas, tanto así que para calmar mis nervios me puse a pensar en una lista de cosas q

Deambulando por Múnich

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Neues Rathaus o Nuevo Ayuntamiento El único motivo por el que fui a Alemania fue que quería ir al castillo de Neuschwanstein. Así de sencillo. Me alegro de no haber reducido mi viaje a una excursión al castillo, porque eso me permitió agregar a Berlín en el itinerario y un día de comodín en Múnich, adonde llegué después de la medianoche porque perdí mi tren original y tuve que irme en uno más tarde que de ribete se desviaba primero a Leipzig. Para cuando al fin reviví y salí a explorar la capital de Baviera, ya era casi el mediodía. Simplemente estaba demasiado cansada. Taché mi plan de ir al palacio de Nymphenburg y seguí adelante con mi plan de deambular por el casco antiguo de Múnich lo que me dieran los pies.   Arquitectura en Marienplatz Recuerdo haber leído un artículo sobre Múnich en la revista de Avianca y las fotos de la gente en los jardines de cerveza. Aquel día nublado y frío de mayo no tenía ninguna semejanza con el Múnich idílico de la revista, así que si a