Neuschwanstein (o lo más cercano a estar en un sueño)

El cielo

¿Alguna vez han visto una foto de un lugar espectacular y solo piensan "Nunca podré ir allí"? Saben de cuales estoy hablando, de los que parecen sacados de un cuento. De esas fotos de calendario, fondo de escritorio o de Pinterest. Para mí Neuschwanstein era un lugar de esos inalcanzables. No sé ni siquiera por qué. Solo se veía complicado. "Aún si fuera a Alemania, ¿cómo llego ahí?", pensaba.

Bueno amigos, hay una manera fácil de llegar ahí: perderle el amor al dinero y dignarse a pagar un tour que te lleve en la comodidad de un bus con un guía que te dé todas las indicaciones a seguir. Valió la pena cada centavo porque llegar al puente de Marienbrücke y ver con mis propios ojos el castillo fue como estar en un sueño. Este es el clásico momento que me hace asombrarme de lo lejos que he llegado: de no atreverme a soñar a atreverme a desear cosas, a planearlas e ir por ellas hasta conseguirlas. Amo tener esos momentos. Si no los tuviera significaría que doy las cosas por sentado.

 
Las vistas de Neuschwanstein

No se dejen engañar por su apariencia: El castillo de Neuschwanstein fue construido en la segunda parte del siglo XIX y nació de la imaginación del rey Luis II de Baviera, también llamado el "Rey loco" o "El loco rey Luis". Pues, si querer usar tu dinero para construir castillos preciosos te hace loco, yo no quisiera ser cuerda. Para mí lo más interesante es la visión creativa de su dueño, quien aparte de Neuschwanstein construyó el palacio de Linderhof, también incluido en el tour. Pueden leer más acerca de Luis II y los orígenes de Neuschwanstein en el sitio web del castillo.

En el caso de Neuschwanstein, impacta no solo el diseño, sino el desafío que tuvo que haber representado construirlo en esa época en medio de la nada. Para que se hagan una idea, hay tres opciones para subir al castillo: hacerlo en bus (que igual te toca caminar un tramo), en carruaje de caballos (que, según nuestro guía, es estúpidamente caro) o echarte la caminata de una hora en pendiente. Obvio, yo tomé el bus.

Es una lástima que al interior no se pueden tomar fotos (a menos que se quieran arriesgar a una buena achicada por parte del guía), porque en particular el interior de Linderhof y sus decoraciones son impresionantes, a pesar de ser tan pequeño. Si quieren ir en un tour virtual por Linderhof pueden hacerlo a través de su sitio web, que tiene el plano y un par de fotografías de cada habitación. Mi salón favorito fue el de los espejos 😍.

 

  

Linderhof


El tour, que compré a través de Get Your Tour y era de Gray Line Sightseeing Day Tours, incluía una parada técnica en Oberammergau, un pequeño pueblito conocido por su puesta en escena de la pasión de Cristo. Tiene además muchas tiendas de objetos decorativos de madera, incluida una solo de adornos navideños. Lo que no incluye son los boletos a los castillos, así que hay que llevar efectivo adicional para eso, si bien el guía se encarga de la compra facilitándote las cosas porque las filas son largas.

  
Fachadas de edificios en Oberammergau

Como reflexionaba en el artículo sobre el tour en los pre-alpes suizos, a veces ir en tour es una necesidad. Claro, hay gente que renta vehículo y tiene más libertad para desplazarse en este tipo de viajes del día. Pero habemos quienes dependemos del transporte público y, si bien eso funciona casi sin problemas en una ciudad, afuera de esta no vale la pena arriesgarse, al menos en mi experiencia.

Si algún día viajan a Múnich y está dentro de sus posibilidades hacer el sacrificio de tiempo y dinero para ir a Neuschwainstein, por favor no dejen pasar la oportunidad. No se arrepentirán.

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