Hablemos de pelos

Antes de que comencemos, valga la aclaración de que este no es un artículo médico sobre caída del cabello. Es un rant. Pero si buscaban consejo médico, acá hay un artículo de Harvard Medical School y aquí hay otro de la Clínica Mayo.

Tengo al menos cinco años de que se me cae el pelo, lo cual es irónico porque mi cabellera es abundante y no tengo problema para que me crezca. El Tío Cosa y yo podríamos ser parientes, pero él tiene un mejor acondicionador. Pero ver pelos en el peine, en el piso, en el baño, es cosa de todos los días. Es frustrante. Es molesto. Es vergonzoso. Es algo a lo que tristemente ya me acostumbré. 

Siendo una paciente hipotiroidea es común que a cualquier cosa te respondan "Debe ser hormonal". Bueno, eso y el peso. Todo es culpa del sobrepeso, como si solo verte eximiera a un médico de hacer su trabajo, examinarte y evaluarte con detenimiento. Que sí, puede ser el peso y las hormonas, pero si no descarta otras cosas, ¿cómo lo sabe? Una vez pasé consulta por otro tema con una dermatóloga que me dijo que no podía recomendarme algo para el pelo porque yo lo que necesitaba era ir a un endocrinólogo. El endocrinólogo vio lo del pelo como lo de menos y solo me dejó unas pastillas (que ya me las había recomendado una amiga y son de venta libre). Parece que mi pelo no le importa a nadie más que a mí.

He llegado a pensar que la caída del pelo es de esas cosas que no te das cuenta que los demás también atraviesan hasta que alguien te lo cuenta como si se tratara de un gran secreto, y entonces te dan todos los tips. Las pastillas, los shampoos, los tónicos, las lociones, los "Haz esto" y "Prueba lo otro". Pero antes de llegar a ese punto estás solo con tu vergüenza. Es como si nos diera pena no tener control sobre nuestros folículos capilares porque significa que algo estamos haciendo mal. 

La industria de la belleza vive diciéndonos cómo debe y no debe ser y verse nuestro pelo, y adónde debemos y no tener pelos. Gastamos una cantidad absurda de dinero para esto a lo largo de nuestras vidas. Para mí el frizz era algo que solo existía y no tenía nombre hasta que salieron al mercado las cremas anti frizz. Mi pelo era algo que aceptaba tal y como era hasta que las planchas y los alisados se popularizaron en mi adolescencia. Con el paso de los años solo han ido saliendo más productos, más ingredientes mágicos, más técnicas, más aparatos, más, más y más.

Pero esto no es nuevo. La industria de la belleza nos ha esclavizado a hombres y mujeres por igual desde hace siglos. A veces me pregunto por qué no podemos simplemente ser. ¿Quién dice que es necesario depilarse las cejas? ¿O quién dice que un hombre no se las puede depilar si así lo desea? ¿Quién dice que las mujeres no podemos tener vello facial o en las piernas? Porque el hecho es que para millones de mujeres en el mundo así es, si consideramos que el hirsutismo puede deberse al síndrome de ovarios poliquísticos. Y claro, nos dirán que es hormonal y es el sobrepreso. O es la genética. O todas las anteriores. O que solo son pelos.

Todo este rant (que suena tan a problemas de primer mundo) para decir que ya es tiempo de que normalicemos hablar de las imperfecciones de la vida, como algo que a muchos les puede parecer tan banal como la caída del pelo. Todos nos sentiríamos menos solos si lo hiciéramos.

Comentarios

  1. Aveces la caída del cabello tiene que ver muchas veces con estres, depresión y ansiedad, muchas formas por las que puede estar pasando, pero si es molesto que aveces los “especialistas en salud” AKA Doctores actuan como si no les importara tu problema, algo frustrante la verdad

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