¿Cuándo me hice emo?
Emo mode off
Uno de estos días -no, la verdad es que no me acuerdo hace cuánto fue, por lo que no sería "uno de estos" sino "uno de aquellos"-, me dio por leer mis últimas entradas. Fue raro, primero porque, no sé ustedes, pero yo no ando abriendo mi blog para leerme a mí misma -la verdad es que solo me leo al momento de escribir-.
Fue más raro ya que por aquello de las carreras leo mis feeds en el Reader, entonces tenía un buen tiempo sin entrar a Blogger y llegué a sentirme atrofiada tecnológicamente hablando (como hace unos minutos que me puse a escribir esto), y ver a mi pobre Ocurrente Irreverente así de abandonado me dio un no sé qué en mi corazoncito pseudo-bloggero -quizá porque era una analogía de haberme abandonado a mí misma-.
Mientras leía tales entradas -claro, después del shock original de tener que ajustar debidamente mis ojos porque ya ni me acordaba de cómo se veía el mentado blog-, no pude evitar preguntarme sorprendida: ¿¡¿CUÁNDO ME HICE EMO?!?
No pude haberme hecho emo, me dije yo, porque no distingo entre 30 Seconds to Mars y Fallout Boy, y la verdad es que no estoy segura de que esa música sea emo, solo he visto que esos hombres abusan del delineador y del rímel más que el mismísimo Tutankamon en tiempos de los egipcios. Tampoco me veo emo porque solo tengo una camisa negra en mi haber y es imposible que use fleco porque a mi cabello le da por ondularse últimamente.
Aún así, lo que leía parecía digno de haber sido escrito por alguien que estaba a la orilla de un precipicio. O hecho un yagual humano, acurrucado en posición fetal en algún rincón de una casa vacía. Tal vez solo a mí me dio esa impresión. O quizá me puse demasiado a pensar en cómo lo habrá interpretado algún transeúnte, o peor aún, un lector recurrente, o doblemente peor aún, alguien que me conoce de mi vida offline -donde traté de disimular en la medida de lo posible lo que sentía-.
Y sin embargo, entre la disonancia y la incongruencia de lo negro de mis palabras con lo rosado de la plantilla, recordé los sentimientos que suscitaron semejantes relatos y de una extraña manera me sentí satisfecha de que esos bits y bytes los reflejaran.
Ahora entiendo que allá por agosto y septiembre estaba escribiendo solo para mí y por fin sé que si alguna vez lo vuelvo a releer no será por masoquismo, sino para no regresar al lado oscuro de la fuerza.
Por ahora estoy aquí, modo emo off.
Fue más raro ya que por aquello de las carreras leo mis feeds en el Reader, entonces tenía un buen tiempo sin entrar a Blogger y llegué a sentirme atrofiada tecnológicamente hablando (como hace unos minutos que me puse a escribir esto), y ver a mi pobre Ocurrente Irreverente así de abandonado me dio un no sé qué en mi corazoncito pseudo-bloggero -quizá porque era una analogía de haberme abandonado a mí misma-.
Mientras leía tales entradas -claro, después del shock original de tener que ajustar debidamente mis ojos porque ya ni me acordaba de cómo se veía el mentado blog-, no pude evitar preguntarme sorprendida: ¿¡¿CUÁNDO ME HICE EMO?!?
No pude haberme hecho emo, me dije yo, porque no distingo entre 30 Seconds to Mars y Fallout Boy, y la verdad es que no estoy segura de que esa música sea emo, solo he visto que esos hombres abusan del delineador y del rímel más que el mismísimo Tutankamon en tiempos de los egipcios. Tampoco me veo emo porque solo tengo una camisa negra en mi haber y es imposible que use fleco porque a mi cabello le da por ondularse últimamente.
Aún así, lo que leía parecía digno de haber sido escrito por alguien que estaba a la orilla de un precipicio. O hecho un yagual humano, acurrucado en posición fetal en algún rincón de una casa vacía. Tal vez solo a mí me dio esa impresión. O quizá me puse demasiado a pensar en cómo lo habrá interpretado algún transeúnte, o peor aún, un lector recurrente, o doblemente peor aún, alguien que me conoce de mi vida offline -donde traté de disimular en la medida de lo posible lo que sentía-.
¿Podrían haberse preguntado ustedes cuándo me hice emo? No lo sé.
Y sin embargo, entre la disonancia y la incongruencia de lo negro de mis palabras con lo rosado de la plantilla, recordé los sentimientos que suscitaron semejantes relatos y de una extraña manera me sentí satisfecha de que esos bits y bytes los reflejaran.
Ahora entiendo que allá por agosto y septiembre estaba escribiendo solo para mí y por fin sé que si alguna vez lo vuelvo a releer no será por masoquismo, sino para no regresar al lado oscuro de la fuerza.
Por ahora estoy aquí, modo emo off.
es curioso condo haces eso y lees lo que has escrito... y te digo algo, al leer esto me hace sentir bien pues creia q solo yo pasaba por estas etapas tipo Emo ajajaja
ResponderEliminarLo mejor: modo emo off
Bendiciones y un fuerte abrazo!
fantástico!!! Así pasa, cuando uno se relee a veces piensa "¿y yo escribí esto? en què luna?"
ResponderEliminarEn otras, sirve para ver, desde adelante hacia atrás, que te has superado y vencido esas épocas emo que a todos nos dan.
O sea, que tenemos modo Rachel on!!!
@Sum: Todos pasamos por etapas tenebrosas en nuestras vidas, es parte de ser humanos. Gracias por el abrazo :)
ResponderEliminar@Clau: Sí, tenemos modo Rachel on (aunque a veces sea a medias)!