Las crías y la manada
Un día de estos vi entrar a un niño de no más de 2 años a un banco. Desconozco si iba a hacer depósitos o retiros. Tal vez iba a consultar su estado de cuenta. Iba vestido de pantalón caqui y una camisa amarilla tipo Polo. Lo que delató su edad fueron sus zapatos de colores y con figuras de leoncitos. No medía más de un metro. Calculo 75 centímetros a lo sumo, aunque no tengo ojo de buen cubero. Ya caminaba, con ese ritmo de los bebés que se van tambaleando y uno siente que al próximo paso se tropiezan. Aún no hablaba, pero hacía ese intento por comunicarse con el papá. No sé qué le quería decir. A mí solo me sonó a sñldkñsoiwiofjiucn. En ese momento, cuando lo vi tan frágil e indefenso, me entró algo de pánico. Era como ver a Bambi tratando de dar sus primeros pasos. Entonces pensé: "¿Cómo se supone que en algún momento de mi vida yo sea capaz de cuidar de la vida de otro?". Aunque se ven lindos, ¿verdad? A veces, no sé cómo, me detengo a examinar las cosas como