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Mostrando entradas de enero, 2017

Yo en el amor

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¿Alguna vez han dedicado mucho tiempo a desear algo y, cuando por fin lo tienen, no es lo que ustedes tanto estaban esperando? Algo así me pasó hoy, cuando deliberé por media hora si me "merecía" o no algo dulce después del almuerzo. Aunque la respuesta debería haber sido "No, no lo necesito. Apártate, Satanás", sucumbí a mis más bajos instintos (forever niña gordita 😭). Siendo la persona indecisa que a veces soy, no fue sino hasta la tercera tienda a la que entré que me convencí de comprar algo: un relámpago.  Sí, este es un relámpago, también conocido como éclair. Oh   là là, señor francés. Al frente del mostrador había una fila de dorados relámpagos con crocante cubierta de reluciente caramelo, y aunque yo sabía que ese bodoquito de pasta choux relleno de crema pastelera no me iba a cambiar la vida, hice mi orden. "Un relámpago para llevar, por favor", a lo que la señorita de la panadería procedió a tomar uno del fondo, que de lejos parecía que

Observadora participante en Tinder

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Hace un par de días, alguien me persuadió de crear una cuenta de Tinder, una aplicación móvil que se encarga de conectarte con personas con quien en teoría tienes algo en común, basándose en la información que le proporcionaste a Facebook. Básicamente te sugiere personas con quien tienes conocidos en común y que siguen a las mismas páginas. Si te parecen (para lo que sea que andas buscando), los deslizas a la derecha. Si no, a la izquierda. ¿Izquierda o derecha? Descargué la app por curiosidad, aunque convencida de que no me interesa conocer a alguien en este momento, lo cual yo sé suena contradictorio. Adentrarme en ese mundillo era un pasatiempo con fines de investigación, algo así como un ejercicio antropológico, aplicando la observación participante y el análisis de contenido. Porque pues, así soy yo. A pesar de lo que uno se pueda imaginar, Tinder ofrece un entorno seguro. Nadie se puede contactar a menos que el interés sea mutuo y, aún cuando se "hace match", q

Tiempos mejores

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Un día de estos platicaba con alguien sobre cómo pareciera que la tendencia de los tiempos en que vivimos es hacer todo lo posible por volver a tiempos que fueron mejores. Lo vemos en Netflix con "Fuller House" y las "Gilmore Girls". Para muestra, yo me declaro orgullosamente culpable de haber visto cada uno de los 153 episodios anticipando el regreso de Rory y Lorelai a Stars Hollow. También pasa en la música, donde es común ver a artistas tratar de revivir sus años de gloria, con nuevos discos, giras de reencuentro o shows residentes en Las Vegas . Si por el precio de un boleto a un concierto de Magneto y Mercurio puedo regresar a mis 11 años cuando el cassette de "Chicas chic" era una de mis más preciadas posesiones, pues doy por bien servido ese dinero. Héctor, mi favorito de Mercurio, con Alan, mi favorito de Magneto, porque realmente quién recuerda a los otros 4. Tal vez sea porque llegamos a un punto en nuestras vidas en que necesitamos esc

La la land y el enésimo regreso de los musicales

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Solo una persona que no ha visto ni un musical en su vida creería que "La la land" es una película original. Hay escenas que parecen calcadas de películas de Gene Kelly, de " Singin' in the rain " y "An American in Paris". No sé en qué momento de mi vida me convertí en el tipo de persona a la que le gustan los musicales y las películas clásicas. Sin embargo, sí. Soy del tipo de persona a la que los primeros minutos de "La la land" le parecen hasta molestos en su falta de originalidad y exceso de homenajes a los grandes musicales de antaño. Bonita visualmente, pero nada nuevo. Así como "The artist" me pareció simpática (Jean Dujardin 😉), pero terminé con la sensación de que ya había visto la historia antes... ¿adonde será? Ah, sí. En "Singin' in the rain" 😒. Oh boy, oh boy. Ryan Gosling is a natural. Así transcurría la primera parte de la película entre números musicales que aumentaron mi deseo de llegar a mi ca

Nostalgia

Hay días extaños en que la nostalgia se cuela sin invitación, mi cerebro me traiciona y me pongo inútilmente a pensar en las cosas que pude haber hecho de otra manera y si el resultado habría sido diferente. Pero no. Todo es como debe ser. Pasa lo que tiene que pasar. Hoy es uno de esos días extraños, y de ribete, la nostalgia se trajo consigo flashes de un pasado feliz, pero al fin y al cabo, pasado. Aunque yo sé que estos momentos pasan, no puedo evitar desear un botón con el que darle fast forward  al tiempo, como si estuviera en un episodio de "Black Mirror". Para mientras lo inventan, solo voy a dejar que pase, que la invitada no deseada salga, cierre la puerta y pierda la llave.

Viaje de regreso a la adolescencia

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Cuando salió la noticia de que los Backstreet Boys tendrían un show residente en Las Vegas en marzo y junio de este año, lo primero que pasó por mi mente fue que tal vez esta era la oportunidad para cumplir un sueño de adolescencia. Me emocioné, sí. Tanto como mis ánimos de aquellos días me lo permitieron. Pero no era esa emoción exorbitante que habría esperado, como  la vez de Justin Timberlake . Un buen lunes a finales de septiembre moví todas las piezas necesarias para hacerme de una entrada a uno de los conciertos de marzo. Lo compré sin más consulta que referencias de cómo eran las localidades en The Axis, el teatro dentro de Planet Hollywood, y vagas proyecciones de precios de boletos de avión y tarifas de hoteles. "Larger than life". Un nombre pomposo para un show. Por más que he estado tratando de hacer memoria, no recuerdo que a mis 13 ó 14 años cruzara por mi mente la idea de que algún día vería a los Backstreet Boys en concierto. Era así de inalcanzable y