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Mostrando entradas de marzo, 2013

Entre Christian Grey y salir del clóset

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Tengo una confesión que hacer. No me importa si la quieren leer o no. Tampoco me importa si corren a contársela a alguien más. Es que ya nada me importa. No puedo suprimir por más tiempo el deseo de decirles que salí del clóset. Del clóset de las mujeres que leen... novelas románticas. Femeninas. De esas que la sociedad nos enseña a despreciar y ver por encima del hombro. El clóset era un lugar seguro, casi agradable. En serio, me la pasaba bien ahí. Veía en la comodidad de mi casa DVDs de comedias románticas y, cuando me armaba de valor y me despojaba de la vergüenza, también iba al cine a verlas. Sin embargo, si usted también es fan de las chick flicks , tal vez concuerde conmigo sobre que ya no las hacen como antes. No recuerdo cuándo fue la última vez que vi una buena. Una que hiciera click conmigo. Que me diera ganas de verla tantas veces hasta aprenderme los parlamentos.   Con esas películas conocí a Bridget Jones. A Rebecca Bloomwood. A Gracie Hart. A Kathleen Kelly

Ryan Gosling me trastornó de por vida

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Hace un tiempo llegué a la conclusión de que Ryan Gosling me trastornó de por vida. Al diablo Disney , ellos solo son parcialmente culpables. Gosling y sus abdominales de Photoshop han arruinado la vida íntima -existente o inexistente- de millones de mujeres. ¿Por qué? Simplemente porque pone las expectativas demasiado altas.  Ni siquiera es porque el tipo es pre-cio-so y cada centímetro de su físico lo hace merecedor de estar en la lista . Sino porque Noah lo convirtió en el Rhett Buttler o el Rick Blaine de nuestro tiempo. Ryan Gosling saca a cualquier romántica enclosetada de su escondite. Viendo "The Notebook" pensé: "¡Ajá! Ryan Gosling tiene la culpa". Él o Nicholas Sparks . Pero vamos, quién no recuerda cuando se bajan del barquito en plena lluvia y ella le dice ' Why didn't you write to me? It wasn't over for me. I waited 7 years for you and now it's too late' . Y Ryan le dice ' I wrote you 365 letters, I wrote every day fo

La lista

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Si usted ha visto casi todos los episodios de las diez temporadas de Friends -como yo, por ejemplo-, seguro recuerda el episodio de "la lista" , en que Chandler menciona que Janice y él han enlistado las cinco celebridades con quienes les gustaría pasar una noche sin que el otro se moleste. Sí, la lista. Todas las mujeres tenemos una. A algunas les dará pena decir la suya en público, en parte porque tener una "lista" suena tonto e ingenuo. Tan ingenuo como Ross y su lista laminada. A otras les dará pena porque tener una "lista" es una prueba de que, en general, les gustaría tener sexo (sí, dije sexo), pero aparte, de que sostienen fantasías con estos hombres inalcanzables. Sobre este punto me encantaría tener los argumentos para sostener desde la psicología por qué fantaseamos o haber investigado antes de ponerme a escribir esto por capricho. Como no los tengo, puede empezar por leer aquí . Supongo que es necesario y hasta saludable mie

Borrón y cuenta nueva

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Muchas veces, cuando llevamos tiempo y esfuerzo invertido en una tarea, nos parece inconcebible volver a empezar. Creemos en la introducción, nudo y desenlace, cuando no toda historia debería llegar a su fin por inercia, porque la arrastró la corriente, porque era predecible. Muchas veces es preferible borrar buena parte de la historia, sin importar cuántas páginas sean. Todo para garantizar que esa es la historia que queremos contar y que justo ese es el punto final que deseamos poner. A eso le quiero poner mi firma.

De autoeditarse

En febrero empecé a escribir una entrada llamada '10 cosas que ODIO con cada célula de mi cuerpo'. A falta de un par de cosas para redondear la lista, escribí el siguiente párrafo que cerraría la entrada: "También odio, por ejemplo, haber empezado a escribir esta entrada hace 19 días. Que no me guste. Que no la sienta. Que no pueda dedicar tiempo a pensar bien una tan sola idea". Acabo de decidir no publicarla. No todavía. Habrá párrafos que tal vez rescate y los meta en otra entrada. Pero es que no me gustaba. ¿Por qué le voy a poner mi firma a algo que no me gusta? Que no me convence, que no me apasiona. Y entonces, al escribir el párrafo anterior descubrí que ese es uno de mis mayores problemas en la vida. O en la suya también, no sé. Son pocas las cosas que podemos darnos el lujo de hacer por convicción. En el colegio estudiamos cosas que no nos interesan. En la universidad hacemos proyectos que no nos importan. En el trabajo, pues, digamos que con frecu