Ni de Venus ni de Marte

El verdadero problema no es de dónde venimos. El problema es que a las mujeres nos gustaría que los hombres fueran más como... las mujeres. Y a los hombres les gustaría que fuéramos más como... hombres. No me malinterprete, pero trate de pensar si ha conocido a una tan sola mujer que no diga que quisiera que a su pareja le gustara hablar en profundidad acerca de los sentimientos. Bien podría decir que lo que quiere es que su pareja sea más como su mejor amiga. O piense en un hombre que no desee que su pareja prefiera algún tipo de actividad física por encima de detalles más sutiles como tomarse de la mano o verse a los ojos por una fracción de segundo y sonreír.

Claro que son exageraciones, pero tiene que admitir -sea hombre o mujer- que a veces pasamos más tiempo del que deberíamos preguntándonos por qué el otro no es más... como nosotros. Nos hemos quebrado la cabeza tratando de entender un porqué, cuando quizá solo es cuestión de aceptar que simplemente es así y que la genética tiene buena parte en todo este enredo.

Quizá no hay que comprenderse sino que aceptarse para poder verdaderamente complementarse.


Comentarios

  1. creo que ese es el problema: uno espera que el otro se acomode a nuestro estilo mientras el otro espera lo mismo... Resultado: rompimiento.
    Es complicado. Por eso ahora me acomodo a mi estado ForeverAlone y de a poco le encuentro gusto jejeje.

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  2. Sum, si el resultado es el rompimiento, quizá la solución era la concesión. ¿Qué estoy dispuesto a soportar y qué no? No me hagas caso, no soy experta en relaciones. Otra ForeverAlone.

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