Descarriada

Hace 10 días choqué con otro vehículo. Estuve involucrada en un siniestro, como dicen las aseguradoras. No fue un choque aparatoso. Estúpido sí, pero relativamente sencillo. Esa tarde comprendí por qué la gente dice "una fracción de segundo". Es que por una fracción de segundo mi cerebro se nubló por completo. Iba trazando una ruta mental de por dónde me tenía que meter para llegar a mi casa. Eran las 4:30 p.m., había estado despierta desde las 6:30 a.m. y solo había dormido tres tristes horas. ¿De verdad importa? Cuando le llamé a mi mamá ella pensó que me había quedado dormida porque "me desvelo demasiado". Así toca buena parte del tiempo. Pero nunca me había tocado ir a chocar con alguien porque me pasé un alto. Un alto. ¡Un alto! Yo ni siquiera me atravieso los semáforos cuando están en amarillo. Yo siempre pongo atención. Pero pasa. En una fracción de segundo.

Te decía que hace 10 días estamos "descarriadas" en mi casa. El carro ya tiene 10 días de estar en el taller pero no le han hecho nada. Ve tú a saber por qué. Con algo de suerte tal vez no pase de este año. No entiendo por qué se tardan tanto, si solo tienen que cambiarle un farol y arreglar el bumper. No entiendo a los señores de los talleres. No los entiendo porque me cuesta confiar en ellos. Para mientras, he tenido la fortuna de contar con alguien que me da ride en la ruta de casa-trabajo, trabajo-casa. También estoy conociendo las múltiples variables de la 42 (A, B, C, x, y, z, etc.). Eso de dar un tour por todo Merliot, el Plan de la Laguna y Antiguo Cuscatlán para llegar a la UCA puede ser entretenido cuando una trata de ser positiva. Aunque sé que no tengo mucho de qué quejarme, lo que más me entristece es no poder cuidar a mi familia.

Sé que servir de chofer tal vez no califica como "cuidar", pero cuando son las 10 u 11 de la noche y no sabes cómo se va a regresar del trabajo tu hermana de 20 años, la falta de carro te pone en un lío, te entra la angustia y solo sientes la impotencia

Nunca pensé que podría depender tanto de un carro. Para mientras, espero al lado del teléfono la llamada del seguro, cruzo los dedos para que a los del taller los iluminen y cuento los días para que nos lo devuelvan.

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