Houston y el arte de bajar el ritmo
Houston nunca fue un destino que tuviera en mente, sino que fue el que tuvo más puntos a su favor al momento de tomar la decisión de dónde ver a Michael Bublé en concierto: el boleto de avión más barato, la fecha más conveniente, el clima más favorable (no hay nieve, por tanto menos probabilidades de cancelación por tormenta), y el hecho de ser una ciudad nueva para mí. Fueron esos pros los que prevalecieron sobre los contras: cómo movilizarse, adónde hospedarse, qué hacer (en función de mis intereses), cuánto cuesta.
Para cuando la fecha del viaje llegó, no había hecho nada más que reservar el hotel y una tarde de investigación meses antes de la que apenas recordaba un par de cosas. Solo había un pequeño detalle con el que no contaba: cuando este es tu sexto vuelo y tu quinta ciudad en una semana, estás extremadamente cansada. Así fue como Houston me venció desde antes de poner un pie en el avión, pero al final aprendí que a veces simplemente existir está bien.
He aquí un par de anotaciones puntuales por si algún día se encuentran en Downtown Houston y alrededores.
Espacios verdes públicos
Revisando mis notas, encontré un tema recurrente: parques. Mi primera tarde, después de una siesta de unas dos horas, fue para explorar, si bien mis pies aún estaban resentidos de Estambul. Terminé viendo a las familias jugar, el skyline de Houston y el atardecer en el Buffalo Bayou Park.
Otro lugar adorable para observar a la gente es Discovery Green, frente al Centro de Convenciones George R. Brown, lleno de familias una noche de sábado, con niños en los juegos, personas en la pista de patinaje y otros viendo una función de "El Mago de Oz" al aire libre. En el día, el lugar es perfecto para un picnic en el almuerzo, como vi hacer a varios empleados de los edificios alrededor.
De mucho mayor escala, el parque Hermann era el anfitrión de un festival de cometas (piscuchas) un domingo, con papás y mamás ayudando a sus hijos a volarlas. Por su proximidad al zoológico y a varios museos (incluido el de Ciencias Naturales), me imagino que un pequeño houstoniano puede tener un día perfecto en el área y crear muchos recuerdos de su infancia.
Un poco más intelectual, el jardín de esculturas Cullen, cerca del Museo de Finas Artes de Houston, hace de tu caminata por la zona algo más extraordinario. La colección incluye obras de los siglos XX y XXI, algunas más interesantes (o extrañas) que otras.
Siempre repito esto, pero no dejo de preguntarme por qué somos más propensos a acostarnos en la grama a ver el cielo en un parque en otro lado del mundo, que a hacerlo en nuestro propio país, dejando a un lado el tema evidente de la seguridad. Alguna vez tuvimos la infraestructura y ahora no tenemos el presupuesto para traer de vuelta esos lugares. O quizás nunca tuvimos la cultura y educación para mantenerlos y cuidarlos.
Houston, el 'Águila' ha alunizado
Si alguna vez vas a Houston, estás casi obligado a visitar el Space Center, con su respectivo tour por la NASA. ¿Cuántas oportunidades hay de visitar las instalaciones de la agencia responsable por llevar al hombre a la luna? No quiero sonar más geek de lo que realmente soy (que no lo soy), pero el Space Center es un lugar fascinante, con muchos recursos educativos y lúdicos para niños y adultos, especialmente en 2019 que se conmemoran los 50 años desde que Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaran la superficie de la luna.
Recomiendo visitarlo tomando en cuenta lo siguiente: todo el contenido de las exhibiciones está en inglés, los audiovisuales y todo lo que yo alcancé a ver. Para ser un lugar enfocado en la educación, esto fue un poco decepcionante a pesar de que hablo inglés porque pensé en personas como mis papás que no lo disfrutarían. Aunque tienen una app que permite seleccionar de entre siete idiomas, no creo que esto contribuya a la experiencia de un visitante que no habla inglés porque después de un tiempo, te aburrirías de andar con el teléfono en la mano leyendo descripciones de las exhibiciones.
Claro, este no es el único lugar en el que el idioma se vuelve una barrera -que en algunos lugares, como los museos de arte se puede sortear gracias a las audio guías-, lo que me hace pensar que es un tema tal vez muy complicado de abordar y a veces se corre el riesgo de hacerlo mal por intentar demasiado. Para el caso de "Qué no hacer", visité un museo en Berlín que tenía afiches por todas partes con largas explicaciones de absolutamente todos los artefactos que albergaban en alemán, inglés y francés. Simplemente era demasiado. La experiencia no había sido curada bien.
Recomiendo visitarlo tomando en cuenta lo siguiente: todo el contenido de las exhibiciones está en inglés, los audiovisuales y todo lo que yo alcancé a ver. Para ser un lugar enfocado en la educación, esto fue un poco decepcionante a pesar de que hablo inglés porque pensé en personas como mis papás que no lo disfrutarían. Aunque tienen una app que permite seleccionar de entre siete idiomas, no creo que esto contribuya a la experiencia de un visitante que no habla inglés porque después de un tiempo, te aburrirías de andar con el teléfono en la mano leyendo descripciones de las exhibiciones.
Claro, este no es el único lugar en el que el idioma se vuelve una barrera -que en algunos lugares, como los museos de arte se puede sortear gracias a las audio guías-, lo que me hace pensar que es un tema tal vez muy complicado de abordar y a veces se corre el riesgo de hacerlo mal por intentar demasiado. Para el caso de "Qué no hacer", visité un museo en Berlín que tenía afiches por todas partes con largas explicaciones de absolutamente todos los artefactos que albergaban en alemán, inglés y francés. Simplemente era demasiado. La experiencia no había sido curada bien.
Cosas bonitas e interesantes
A estas alturas, tal vez han caído en la cuenta de que no solo me gustan los museos y espacios similares, sino que me gusta analizar cómo están diseñados los museos y las exposiciones. Si bien tengo una marcada preferencia por los museos de arte, de vez en cuando opto por alternativas, como el acuario Shedd en Chicago (que sigo sin decidir si vale la pena o no, a menos que vayas con niños).
En Houston, la decisión fue el Museo de Ciencias Naturales, con todo y boleto para el mariposario. Hay muchas exhibiciones destacables, entre ellas la de panteología y la del antiguo Egipto. A mí en mi rareza, por supuesto, me maravilló la de arte lapidario de Gerd Dreher, un señor que tallaba animales en gemas y cristales con una impresionante cantidad de detalle. Siguiendo con esa temática, me gustó la de tesoros de turmalina, la de gemas y la de Fabergé.
Debe haber una palabra en alemán u otro de esos idiomas complicados para expresar el gusto por las cosas bonitas e interesantes.
No suelo hospedarme en hoteles por un tema de presupuesto, pero en Houston fue la mejor alternativa, o al menos, parecía la mejor opción en su momento porque estaba a una cuadra del lugar del concierto. Recuerdo que cuando era adolescente, mi papá se quejaba de que no "aprovechábamos" los hoteles en los que nos hospedábamos, que eran tipo apartamento timeshare.
Mi definición de "Aprovechar bien un hotel" incluyó dormir hasta tarde y tomar siestas, sacar ventaja del desayuno bufete y de las galletas con chispas de chocolate que ponían en la noche, prepararme un baño en la tina con una bath bomb mientras veía "Avengers: Infinity War" en el Netflix gringo. Eso era lo que necesitaba: no hacer mucho. En el hotel, en Houston, en la vida.
Y tal vez sea eso lo que sigo necesitando en la actualidad. Bajar el ritmo y no hacer mucho.
Entonces, como siempre, las preguntas del millón: ¿me gustó Houston? Sí. ¿Volvería a ir a Houston? Si tuviera hijos o sobrinos enamorados del espacio, ¡sí! Si fuera por un concierto en que es la mejor opción, sí. Solo porque sí, no lo creo.
En Houston, la decisión fue el Museo de Ciencias Naturales, con todo y boleto para el mariposario. Hay muchas exhibiciones destacables, entre ellas la de panteología y la del antiguo Egipto. A mí en mi rareza, por supuesto, me maravilló la de arte lapidario de Gerd Dreher, un señor que tallaba animales en gemas y cristales con una impresionante cantidad de detalle. Siguiendo con esa temática, me gustó la de tesoros de turmalina, la de gemas y la de Fabergé.
Debe haber una palabra en alemán u otro de esos idiomas complicados para expresar el gusto por las cosas bonitas e interesantes.
Dormir, comer, no hacer mucho. Repetir.
Sobre la escena gastronómica... Creo que cuando viajamos a veces tenemos éxito con nuestras elecciones de comida, otras no tanto. Lo importante es abrirse a la experiencia, ya sea una minuta en un parque o un postre con lámina de oro casi demasiado bonito para comerlo en Bucarest.
En Houston, estos son los lugares que recomiendo para comer:
En Houston, estos son los lugares que recomiendo para comer:
- Finn Hall: un mercado gastronómico hipster donde mi elección fue un crab cake de "Low Tide". Es de visitar solo si ya están ahí.
- Xochi: de un chef ganador de un premio James Beard, se concentra en los sabores de Oaxaca con un giro moderno. Yo ordené un tamal de pollo con mole negro y de postre, un pastel de queso fresco. Sin duda es especial y no es tan caro si sabes ordenar.
- The Pit Room: es un lugar de barbacoa con porciones enormes. A mí personalmente no me encantó el brisket, pero lo pedí porque me dijeron que era lo más popular. Si son más letrados en barbacoa, seguro sabrán ordenar mejor.
- The Cheesecake Factory: Me gusta y no me importa si es basic. El menú largo puede ser una tortura para los indecisos, pero la recompensa al final es elegir tu cheesecake 😍
- Phoenicia Specialty Foods: un supermercado con varios productos mediterráneos, incluida comida preparada. Perfecto para ordenar comida para llevar y hacer un picnic en Discovery Green.
No suelo hospedarme en hoteles por un tema de presupuesto, pero en Houston fue la mejor alternativa, o al menos, parecía la mejor opción en su momento porque estaba a una cuadra del lugar del concierto. Recuerdo que cuando era adolescente, mi papá se quejaba de que no "aprovechábamos" los hoteles en los que nos hospedábamos, que eran tipo apartamento timeshare.
Mi definición de "Aprovechar bien un hotel" incluyó dormir hasta tarde y tomar siestas, sacar ventaja del desayuno bufete y de las galletas con chispas de chocolate que ponían en la noche, prepararme un baño en la tina con una bath bomb mientras veía "Avengers: Infinity War" en el Netflix gringo. Eso era lo que necesitaba: no hacer mucho. En el hotel, en Houston, en la vida.
Y tal vez sea eso lo que sigo necesitando en la actualidad. Bajar el ritmo y no hacer mucho.
Entonces, como siempre, las preguntas del millón: ¿me gustó Houston? Sí. ¿Volvería a ir a Houston? Si tuviera hijos o sobrinos enamorados del espacio, ¡sí! Si fuera por un concierto en que es la mejor opción, sí. Solo porque sí, no lo creo.
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