De cuando una se "enamora" del póster en la pared
Muchos hombres pasaron por mi habitación a medida que entraba a la adolescencia. A las paredes de mi habitación para ser más exacta. Ricky Martin, Leonardo DiCaprio (era la época de "Titanic"), Pacey (Joshua Jackson en tiempos de "Dawson's Creek"), los Backstreet Boys, Mercurio (autografiado, pero por el más feo del grupo para mi mala suerte) y hasta los primeros Menudos (el ítem vintage/retro de mi colección), todos pegados en la pared.
El que más recuerdo era uno enorme de Ricky que me tomó más de un mes ahorrar los 15 colones que costaba. Lo pasaba viendo siempre a la salida del colegio para asegurarme que el señor que se ponía a venderlos en la calle todavía lo tenía. No era la única. Era toda una horda de pubertas y adolescentes las que se agolpaban en la acera viendo qué podían comprar de nuevo.
Algunas de mis compañeras -aquellas suertudas a las que los papás les daban dinero, no como a mí-, llegaban al extremo de comprar fotos "autografiadas". Nick Carter con mirada de galán y puchero dizque sexy las miraba de reojo desde la 4x6 o la 8x10 y ellas suspiraban. Todas suspirábamos. Una de bicha es tonta y se "enamora" del póster en la pared.
Hoy, no sé de dónde afloró el recuerdo, pero se me vinieron a la mente de golpe todos esos hombres y sus pósters que yo coleccionaba a los 12 ó 13 años como mi abuela colecciona santos y vírgenes. Y los adoraba.
Era una devoción cuasi religiosa a esa parafernalia, a los cassettes (sí, de Ricky Martin) que le pedía a mi tía para navidad o para mi cumpleaños (mis papás son de esos que solo regalan ropa, así que pedírselos no era opción), las revistas TV Guía y cualquier otro objeto que saliera al mercado con la cara o el nombre del artista.
En séptimo grado por ejemplo, mi mamá accedió a comprarme un cuaderno de Ricky Martin y yo decoré el resto con cuanto recorte pude encontrar para que todos fueran de él. También tuve manteles individuales coleccionables con la cara de Ricky, de unos que daban en la Pizza Hut allá por el '99. Ahora solo río de pensarlo.
Y luego recordé cuando mi mamá me hizo quitarlos todos de la pared para hacerle cabida a la pintura fresca, dejando claro que nadie en la casa podía volver a hacer pinta y pega. Los boté todos. Casi llegaba a los 15 y los pósters me parecieron cosa de niñas. Algunos aparecieron eventualmente pero se iban más rápido de lo que aparecían. Ya estaba creciendo.
Me da curiosidad saber por qué a las mujeres nos dan esos amores febriles hacia los artistas en los años de la adolescencia. Y me da más curiosidad saber por qué a los niños no. No conozco a ningún hombre que me haya dicho que creciendo tenía a una mujer en su pared (o quizá solo tenían centerfolds de Playboy y les da pena decirlo).
Por el contrario. He escuchado a más de un hombre decir alguna vez que les parecía irracional el fanatismo femenino. Habiendo sido fanática (y siendo todavía, ¿a quién quiero engañar?), confieso que aunque no me parece del todo racional, tampoco lo hallo irracional (con excepción de las fans psicópatas de Justin Bieber que ofrecen amenazas de muerte por doquier... esas si están locas). Es solo parte de crecer y, cuando ya estás "grande", se convierten en recuerdos que se vuelven a ver con algo de ternura por la ingenuidad de antaño.
En todo caso, a los hombres les diría que probablemente ellos tenían a 11 hombres pegados en su pared y nadie les dijo nada pues.
El que más recuerdo era uno enorme de Ricky que me tomó más de un mes ahorrar los 15 colones que costaba. Lo pasaba viendo siempre a la salida del colegio para asegurarme que el señor que se ponía a venderlos en la calle todavía lo tenía. No era la única. Era toda una horda de pubertas y adolescentes las que se agolpaban en la acera viendo qué podían comprar de nuevo.
Algunas de mis compañeras -aquellas suertudas a las que los papás les daban dinero, no como a mí-, llegaban al extremo de comprar fotos "autografiadas". Nick Carter con mirada de galán y puchero dizque sexy las miraba de reojo desde la 4x6 o la 8x10 y ellas suspiraban. Todas suspirábamos. Una de bicha es tonta y se "enamora" del póster en la pared.
Hoy, no sé de dónde afloró el recuerdo, pero se me vinieron a la mente de golpe todos esos hombres y sus pósters que yo coleccionaba a los 12 ó 13 años como mi abuela colecciona santos y vírgenes. Y los adoraba.
Era una devoción cuasi religiosa a esa parafernalia, a los cassettes (sí, de Ricky Martin) que le pedía a mi tía para navidad o para mi cumpleaños (mis papás son de esos que solo regalan ropa, así que pedírselos no era opción), las revistas TV Guía y cualquier otro objeto que saliera al mercado con la cara o el nombre del artista.
En séptimo grado por ejemplo, mi mamá accedió a comprarme un cuaderno de Ricky Martin y yo decoré el resto con cuanto recorte pude encontrar para que todos fueran de él. También tuve manteles individuales coleccionables con la cara de Ricky, de unos que daban en la Pizza Hut allá por el '99. Ahora solo río de pensarlo.
Y luego recordé cuando mi mamá me hizo quitarlos todos de la pared para hacerle cabida a la pintura fresca, dejando claro que nadie en la casa podía volver a hacer pinta y pega. Los boté todos. Casi llegaba a los 15 y los pósters me parecieron cosa de niñas. Algunos aparecieron eventualmente pero se iban más rápido de lo que aparecían. Ya estaba creciendo.
Me da curiosidad saber por qué a las mujeres nos dan esos amores febriles hacia los artistas en los años de la adolescencia. Y me da más curiosidad saber por qué a los niños no. No conozco a ningún hombre que me haya dicho que creciendo tenía a una mujer en su pared (o quizá solo tenían centerfolds de Playboy y les da pena decirlo).
Por el contrario. He escuchado a más de un hombre decir alguna vez que les parecía irracional el fanatismo femenino. Habiendo sido fanática (y siendo todavía, ¿a quién quiero engañar?), confieso que aunque no me parece del todo racional, tampoco lo hallo irracional (con excepción de las fans psicópatas de Justin Bieber que ofrecen amenazas de muerte por doquier... esas si están locas). Es solo parte de crecer y, cuando ya estás "grande", se convierten en recuerdos que se vuelven a ver con algo de ternura por la ingenuidad de antaño.
En todo caso, a los hombres les diría que probablemente ellos tenían a 11 hombres pegados en su pared y nadie les dijo nada pues.
ajajajajajajaja yo tengo los individuales de Ricky Martin, con los portavasos jajajajajajajaja nunca los usé. Ahí están en el baúl de los recuerdos
ResponderEliminarsi sabre yo de esas cosas, ademas, presencie un poco de tu fanatismo de primera mano, nunca se me olvida el ya famoso "poncho lesbiano"...jajaja
ResponderEliminarSaludos!!!
jajajaja yo en lo personal nunca tuve un tan solo poster en mi habitación porque no se, no le encontre sentido nunca jajaja peroooo sí recuerdo que mi prima tenia llenisima su habitación de posters de los chicos y la bandas del momento y yo solo pensaba "se ve cool" pero nunca lo hice :P
ResponderEliminarRecuerdo también que cuando llegaba a su casa me tiraba en su cama y miraba idiotizada el poster de Westlife que tenia jajaja y hoy que lo pienso solo eran un atajo de gay y metrosexuales que yo veía con cara de "Que hombres" xD jajaja
la verdad es que que chistoso recordar esas cosas!!!!
Sandra, ya todos comidos por las cucas han de estar jaja, pero intenta venderlos en e-Bay, al rato ganas un par de dólares.
ResponderEliminarIsabel, esa es del tipo de cosas que estuve recordando ese día, pero que conste que la que dijo eso no fui yo jaja.
Dafne, jajaja, ya me hizo reír :) Es que ponerlo en perspectiva lo hace aún más cómico!
Contrario a lo que pueda pensar nosotros los niños sí tenemos algunos póster que pegar en la pared, pero son de equipos de fútbol, de jugadores que admiramos y de los cuales algún día llegaremos a ser iguales, jajaja.
ResponderEliminarEs una etapa, yo tuve pósters de Zidane largo tiempo. Luego los quité ahora no me gusta nada en las paredes de mi habitación.
Genius, yo también tuve de esos, pero colocados estratégicamente para no dañar la pintura de las paredes. Es más, el último que tuve fue el de la selección española... en el cielo falso.
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