In the jungle, the mighty jungle ♫

Estas son las últimas. Lo prometo *levanta la mano derecha honorablemente*.

La última vez que fui al Parque Zoológico Nacional fue en el '99 cuando Manyula (Q.D.D.G.) todavía estaba con nosotros; pero por algún motivo y sin ninguna razón se nos metió en la cabeza que queríamos ir a un zoológico del "primer mundo". Antes de que un treehugger se me abalance como un león a su presa, solo diré que hay cosas que no cambian, pero otras en que es notorio que, al menos en otras partes del mundo, los zoológicos trabajan orientados a la preservación de las especies.

De los cuatro zoológicos operados por la Wildlife Conservation Society (WCS) en NY, nosotras elegimos el del Bronx, en parte por ser el más grande y en otra solo para decir "Yo me fui a meter al Bronx". Solo la experiencia para llegar al zoológico es un trip en sí misma: en la 54 con Madison tomás un bus express (el BxM11) para el que tendrás que deslizar tu MetroCard (la tarifa del bus es $5.50), so pena de tener que cancelar con puras monedas porque el conductor, por mucho que le rogués, jamás de los jamases te agarrará un billete. Subís por Madison y vas viendo los aparadores de boutiques y tiendas como Cavalli, Carolina Herrera, Coach y Prada, hasta que el Upper East Side se esfuma y el panorama se convierte en Spanish Harlem y Harlem. Pasás el puente y ya estás en otro borough, el Bronx. El bus te dejará a una distancia caminable de la puerta B del zoológico (unos 10 minutos).

Si hay una palabra que describe al zoológico del Bronx es "educativo". Todo el recinto está diseñado para que se aprenda sobre sus habitantes... eso si uno se toma el tiempo de andar leyendo cada viñeta o de travesear los juegos interactivos en las exhibiciones. Pero aparte de eso podemos decir que es igual a cualquier otro, igual al de El Salvador. Animales en las jaulas y gente tomando fotos. Claro, verás animales que aquí no hay, todos en un mejor estado, más pollones, con más espacio para andar y sin niños que les avienten bolsas de churritos.

Una de las exhibiciones más atractivas es la de Madagascar, donde se aprende sobre la fauna de la isla africana, y no, no está patrocinada por la película, pero al menos es simpático ponerle una cara real a los lémures y los fossa. Si usted gusta, puede tararear mentalmente la canción y mover el bote mientras se pasea por el recinto... I like to move it, move it move it ♫

No todos los animales están enjaulados per se. En algunas exhibiciones uno es el enjaulado, como en la de los gorilas, donde los humanos atraviesan la reserva en una suerte de pasillo con ventanas. Quiero pensar que los monos eran los que nos veían como en vitrina, a pesar de no prestarnos atención y optar por retozar de a galán.

Un último consejo es que, si usted pierde el último bus BxM11, no cunda en pánico. Aparentemente es súper común perderse en el Bronx. Nosotras salimos por la puerta B, donde pasa el bus, y al ver que el de las 5:21 era el último nos tocó preguntar adónde tomar el metro y caminar hasta la estación de Pelham Parkway para tomar el 2 de regreso a Penn Station (nuevamente, no le tenga miedo al metro, es su amigo). Algunas estaciones del Bronx y Brooklyn no son subterráneas, así que, en el camino puede disfrutar una vista áerea de los vecindarios y sus múltiples grafittis.

¿Vale la pena ir hasta allá? Sí y no. Vaya si tiene un alto interés en la vida silvestre o si viaja con niños. Caso contrario, mejor póngalo en la lista de "Tal vez". Otra opción es que no dé la gran remada hasta el Bronx, sino que vaya al de Central Park. O vaya solo por el trip una vez en la vida.

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