Consejos no solicitados

A veces toca morderse la lengua para no dar consejos u opiniones no solicitadas. Me pasa más seguido de lo que quisiera (o debería), pero con el tiempo y la práctica, cada vez me vuelvo más consciente de cuándo quedarme callada y dejar que la otra persona resuelva por su cuenta lo que tenga que resolver. Porque por más grande que sea el cariño, una no puede ir por el mundo pretendiendo que puede arreglar las vidas ajenas. Después de todo, pensar siquiera que tenemos "la solución", "la razón" o "un mejor punto de vista", simplemente es pretencioso de nuestra parte.




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