Del punto A al punto B
Sometimes I wonder about my life. I lead a small life. Well, not small, but valuable. And sometimes I wonder, do I do it because I like it, or because I haven't been brave? So much of what I see reminds me of something I read in a book, when shouldn't it be the other way around? I don't really want an answer. I just want to send this cosmic question out into the void. So good night, dear void.
Kathleen Kelly - You've got mail
A veces yo también me pregunto sobre mi vida
Es pequeña, de eso no hay duda. Mi contacto con personas fuera de mi núcleo familiar no sobrepasa aquellos amigos contados con los dedos de la mano y otras tantas que me quedan de mis tiempos de calcetas. Un contacto gratificante cuando se da, pero esporádico y a la carrera, cada quien en su propio mundo, con sus propios problemas y sus propias vidas.
¿Es valiosa? Sí, creo que sí. Hay casos, cosas y personas que no cambiaría, por lo feliz que me hacen, por el cariño que les tengo y por lo bien que me siento a su lado. Otros que con gusto dejaría afuera, por la toxicidad escondida en sus hipócritas buenas intenciones y porque no le aportan nada positivo a mi pequeña existencia, más que drama y tensión.
Pequeña, aunque valiosa, no me dejo de preguntar, como la heroína de la película, si lo hago porque me gusta o porque no he sido lo suficientemente valiente. Y entonces es como si hiciera un análisis de brecha de la vida que tengo y la vida que me gustaría llevar, la diferencia entre donde estoy y dónde me gustaría estar, el camino del punto A al punto B.
No quiero una vida de emoción y aventura a lo Indiana Jones, ni de lujo y glamour a lo jet setter. Tampoco quiero una vida enfocada a meditar en una nube de incienso tal cual monje tibetano, o confinada a la cocina y las manualidades tal cual Martha Stewart. Ni quiero ser una workaholic, poderosa mujer de negocios esclava del teléfono y la computadora.
Lo único que quiero es que los días no sean todos iguales, que las caras no sean siempre las mismas, que los paisajes cambien de vez en cuando, que los horarios no estén escritos en piedra. Que el tiempo que pase con alguien sea de calidad, que las conversaciones sean más amenas, que haga cosas para mí y solo para mí, que disfrute lo que hago.
¿Qué tan valiente se necesita ser para cerrar la brecha? No lo sé. Me imagino que tener claro cuál es la vida que se quiere para sí mismo es el primer paso. Pensar qué tendrías que hacer para llevar ese estilo de vida es otro. Pero finalmente decidirse a hacerlo y HACERLO… ahí está el detalle. Ahí entra la valentía y el coraje.
Dicen que la distancia entre dos puntos –A y B, X y Y-, siempre es una línea recta.
Conociendo A y B, soy lo suficientemente valiente para caminar en línea recta.
Es pequeña, de eso no hay duda. Mi contacto con personas fuera de mi núcleo familiar no sobrepasa aquellos amigos contados con los dedos de la mano y otras tantas que me quedan de mis tiempos de calcetas. Un contacto gratificante cuando se da, pero esporádico y a la carrera, cada quien en su propio mundo, con sus propios problemas y sus propias vidas.
¿Es valiosa? Sí, creo que sí. Hay casos, cosas y personas que no cambiaría, por lo feliz que me hacen, por el cariño que les tengo y por lo bien que me siento a su lado. Otros que con gusto dejaría afuera, por la toxicidad escondida en sus hipócritas buenas intenciones y porque no le aportan nada positivo a mi pequeña existencia, más que drama y tensión.
Pequeña, aunque valiosa, no me dejo de preguntar, como la heroína de la película, si lo hago porque me gusta o porque no he sido lo suficientemente valiente. Y entonces es como si hiciera un análisis de brecha de la vida que tengo y la vida que me gustaría llevar, la diferencia entre donde estoy y dónde me gustaría estar, el camino del punto A al punto B.
No quiero una vida de emoción y aventura a lo Indiana Jones, ni de lujo y glamour a lo jet setter. Tampoco quiero una vida enfocada a meditar en una nube de incienso tal cual monje tibetano, o confinada a la cocina y las manualidades tal cual Martha Stewart. Ni quiero ser una workaholic, poderosa mujer de negocios esclava del teléfono y la computadora.
Lo único que quiero es que los días no sean todos iguales, que las caras no sean siempre las mismas, que los paisajes cambien de vez en cuando, que los horarios no estén escritos en piedra. Que el tiempo que pase con alguien sea de calidad, que las conversaciones sean más amenas, que haga cosas para mí y solo para mí, que disfrute lo que hago.
¿Qué tan valiente se necesita ser para cerrar la brecha? No lo sé. Me imagino que tener claro cuál es la vida que se quiere para sí mismo es el primer paso. Pensar qué tendrías que hacer para llevar ese estilo de vida es otro. Pero finalmente decidirse a hacerlo y HACERLO… ahí está el detalle. Ahí entra la valentía y el coraje.
Dicen que la distancia entre dos puntos –A y B, X y Y-, siempre es una línea recta.
Conociendo A y B, soy lo suficientemente valiente para caminar en línea recta.
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