Placer lingüístico
Aprender solo por aprender
Hablo un idioma que no hablo, que a veces leo y cuando lo escucho en algún programa o película me emociona solo corroborar que lo sigo entendiendo. Y sé que para hablarlo me tendría que ir de aquí. Y me pongo a pensar en por qué tendría que arreglar mis maletas y cruzar el océano para ir a hablar un idioma. Y pienso otra vez en para qué lo aprendí.
Lo aprendí porque alguna vez cuando era niña se me ocurrió la brillante idea de que quería ser políglota. Quería hablar inglés, francés, italiano y alemán, además de español. Mis papás me dejaron a mitad del camino; aquel librito Larousse de "Aprenda italiano" me entretuvo por unas cuantas semanas y algún día -cuando pueda pagarlas- iré a clases de alemán.
Cada vez que mi papá dice que debería aprender chino mandarín con patada voladora porque es el "nuevo idioma de los negocios", me dan ganas de decirle: "¿Y qué negocios se supone que voy a hacer?". Quizá quiere que hable chino para ordenar bien los wontons, chao mein y chop suy, así como abusa de mi paciencia cuando me trata como su traductora personal.
Entonces pienso, ¿para qué seguir aprendiendo idiomas que no voy a hablar? Dedicar horas al placer que siente la parte lingüística de mi cerebro al ser capaz de formular una frase coherente, pronunciar bien lo que a la primera parece un trabalenguas y regocijarme en que fui capaz de entender todo un párrafo en una revista o de hablar por 5 minutos con alguien.
¿Se puede devengar en placer lo que los demás ven exclusivamente como una inversión económica "para el futuro"? ¿Se puede aprender solo por aprender? Quiero creer que sí, para ignorar cuando me pasan factura y me insinúan que "fue POR GUSTO" si "no me sirve de NADA", porque mi satisfacción personal es ALGO y prefiero hacer las cosas por MI GUSTO.
Además, todo lo que se aprende es útil en algún momento u otro.
Hablo un idioma que no hablo, que a veces leo y cuando lo escucho en algún programa o película me emociona solo corroborar que lo sigo entendiendo. Y sé que para hablarlo me tendría que ir de aquí. Y me pongo a pensar en por qué tendría que arreglar mis maletas y cruzar el océano para ir a hablar un idioma. Y pienso otra vez en para qué lo aprendí.
Lo aprendí porque alguna vez cuando era niña se me ocurrió la brillante idea de que quería ser políglota. Quería hablar inglés, francés, italiano y alemán, además de español. Mis papás me dejaron a mitad del camino; aquel librito Larousse de "Aprenda italiano" me entretuvo por unas cuantas semanas y algún día -cuando pueda pagarlas- iré a clases de alemán.
Cada vez que mi papá dice que debería aprender chino mandarín con patada voladora porque es el "nuevo idioma de los negocios", me dan ganas de decirle: "¿Y qué negocios se supone que voy a hacer?". Quizá quiere que hable chino para ordenar bien los wontons, chao mein y chop suy, así como abusa de mi paciencia cuando me trata como su traductora personal.
Entonces pienso, ¿para qué seguir aprendiendo idiomas que no voy a hablar? Dedicar horas al placer que siente la parte lingüística de mi cerebro al ser capaz de formular una frase coherente, pronunciar bien lo que a la primera parece un trabalenguas y regocijarme en que fui capaz de entender todo un párrafo en una revista o de hablar por 5 minutos con alguien.
¿Se puede devengar en placer lo que los demás ven exclusivamente como una inversión económica "para el futuro"? ¿Se puede aprender solo por aprender? Quiero creer que sí, para ignorar cuando me pasan factura y me insinúan que "fue POR GUSTO" si "no me sirve de NADA", porque mi satisfacción personal es ALGO y prefiero hacer las cosas por MI GUSTO.
Además, todo lo que se aprende es útil en algún momento u otro.
El mío simplemente no ha llegado.
Así es :), nada es por gusto.
ResponderEliminarSaludos Raque :D
Me gusta la conclusión: No ha llegado el momento.
ResponderEliminarY cuando llegue, veras como te sentiras super!