Ira
Esta entrada habría tenido (más) sentido cualquier día de la semana que recién pasó. Entre quemar neuronas terminando tareas a las 2-4 de la mañana, asimilar cambios sustanciales en mi vida personal, lidiar con disconformidades en la vida familiar, caer en la cuenta de que no tengo vida social y enfrentar el inminente estancamiento profesional, estos días, por decir poco, han sido... malos.
Sospecho que no es coincidencia que todo se te junte cuando las cosas van mal. Por el contrario, pareciera que está en los planes del cosmos que cuando te toque colapsar, lo hagas en una escena similar a la de un edificio que se desmorona después que un movimiento telúrico mueve sus bases. Pues bien, a mí me movieron mis bases.
Mi problema no es tanto quebrarme, como que no sé hacerlo. Para mí, desde siempre, ha sido casi imposible expresar o compartirle mis sentimientos a alguien. Sin importar cuánto necesite desahogarme, no sé hacerlo. Al menos, no sé hacerlo bien. Por eso, cuando mi sistema simplemente ya no lo soporta, exploto.
Para mi mala suerte, en los últimos años he optado por explotar hacia dentro, "implosionar" como me corrigió alguien muy amable cuando traté de responder a la tan temida pregunta "Pero usted, ¿cómo se siente?".
Implosiono. Me encierro en el cuarto más oscuro y después de una semana de llevar el nudo en la garganta, lloro. Feo, feo. Lloro en silencio guardando todas las precauciones para que nadie me escuche, porque eso de dar explicaciones a mí no se me da, y prefiero evitar entrar en discusiones inútiles en las que corro el riesgo de decir cosas que no son y volcar mis frustraciones -erróneamente- en alguien más.
Eso, sumado a un día malo tras otro en lo que menos queda es un respiro para alejarte de la situación y poner todo en perspectiva cuando ya aliviaste un poco el peso que llevabas encima, no es una buena combinación. Suficiente tiene una con estar pasando por un período lo más parecido a la pérdida y el duelo, como para tener que estarse preocupando además por las otras cosas que se le vienen encima y no son postergables.
Entonces llega el enojo. No sé si es que llega o si más bien es ira que una ha ido acumulando por semanas, y hasta la tontera más insignificante sirve de detonante para el arsenal de dinamita que llevas dentro. Cada cosita te irrita. Y sí, te dan ganas de gritar, de quebrar cosas, de salir corriendo, de desaparecer. Pero solo se queda en tu mente, como un deseo reprimido de pararte a media reunión de trabajo a cantar a gritos aquella canción de Limp Bizkit.
Déle 'Play' otra vez que si no, no tiene gracia.
Si tuviera que señalar un par de lecciones aprendidas de este último par de semanas sería el hecho de que necesito un respiradero. Algo así como un géiser a través del cual me desahogue periódicamente, para que cuando salga toda la presión no se asemeje tanto a una bomba atómica.
La frase "blow off some steam" nunca tuvo tanto sentido, antes de que necesite considerar clases de anger management.
Ahora el enojo ya pasó (creo). Espero que solo haya sido esa semana y que lo que tenía que colapsar y derrumbarse, ya esté todo en el suelo, para ponerme a recoger los pedacitos y ver cómo los pego o qué hago para reedificarme.
Sospecho que no es coincidencia que todo se te junte cuando las cosas van mal. Por el contrario, pareciera que está en los planes del cosmos que cuando te toque colapsar, lo hagas en una escena similar a la de un edificio que se desmorona después que un movimiento telúrico mueve sus bases. Pues bien, a mí me movieron mis bases.
Mi problema no es tanto quebrarme, como que no sé hacerlo. Para mí, desde siempre, ha sido casi imposible expresar o compartirle mis sentimientos a alguien. Sin importar cuánto necesite desahogarme, no sé hacerlo. Al menos, no sé hacerlo bien. Por eso, cuando mi sistema simplemente ya no lo soporta, exploto.
Implosiono. Me encierro en el cuarto más oscuro y después de una semana de llevar el nudo en la garganta, lloro. Feo, feo. Lloro en silencio guardando todas las precauciones para que nadie me escuche, porque eso de dar explicaciones a mí no se me da, y prefiero evitar entrar en discusiones inútiles en las que corro el riesgo de decir cosas que no son y volcar mis frustraciones -erróneamente- en alguien más.
Eso, sumado a un día malo tras otro en lo que menos queda es un respiro para alejarte de la situación y poner todo en perspectiva cuando ya aliviaste un poco el peso que llevabas encima, no es una buena combinación. Suficiente tiene una con estar pasando por un período lo más parecido a la pérdida y el duelo, como para tener que estarse preocupando además por las otras cosas que se le vienen encima y no son postergables.
Entonces llega el enojo. No sé si es que llega o si más bien es ira que una ha ido acumulando por semanas, y hasta la tontera más insignificante sirve de detonante para el arsenal de dinamita que llevas dentro. Cada cosita te irrita. Y sí, te dan ganas de gritar, de quebrar cosas, de salir corriendo, de desaparecer. Pero solo se queda en tu mente, como un deseo reprimido de pararte a media reunión de trabajo a cantar a gritos aquella canción de Limp Bizkit.
Déle 'Play' otra vez que si no, no tiene gracia.
Si tuviera que señalar un par de lecciones aprendidas de este último par de semanas sería el hecho de que necesito un respiradero. Algo así como un géiser a través del cual me desahogue periódicamente, para que cuando salga toda la presión no se asemeje tanto a una bomba atómica.
La frase "blow off some steam" nunca tuvo tanto sentido, antes de que necesite considerar clases de anger management.
Ahora el enojo ya pasó (creo). Espero que solo haya sido esa semana y que lo que tenía que colapsar y derrumbarse, ya esté todo en el suelo, para ponerme a recoger los pedacitos y ver cómo los pego o qué hago para reedificarme.
Raquelita (de cariño)son tiempos difíciles para los soñadores, bueno de verdad lamento que este pasando por esto, pero en verdad algunas cosas nos forjan el caracter, otras nos rompen el alma, el corazón y las ganas. Pero si algo queda, si por lo menos algo queda por hacer hay que hacerlo, y hay que darle palabra al dolor, porque sino termina por romper el corazón (algo así decia William Shakespeare)
ResponderEliminarMientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras.
Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción. Eduardo Galeano
Espero que poco a poco encuentre ese respiradero, y que pues si de algo le sirve, sepa que cuenta conmigo.
Bendiciones.
Ciertas estrellas al implosionar se convierten en agujeros negros y arrastran todo a su interior de una manera voraz...Una válvula de escape como algún hobby que tenga por ahí olvidado o un nuevo hobby por descubrir ayuda bastante a mantener la mente ocupada. Dicen "que no hay peor demonio que el tiempo en ocio", les doy la razón, porque da chance a filosofar con el hígado y no con la cabeza fría
ResponderEliminarYo soy otra que implosiono. Me cuesta millares abrirme por el temor a tener que dar explicaciones que no quiero dar o a que me juzguen o a juzgar alguien más, etc. Por lo que cuando me siento ultra cargada, solo me encierro, apago la luz y al igual que usted lloro, doy gritos ahogados en la almohada, escribo y vuelvo a llorar... asi me siento mmm.. ¿pseudoliberada? Ja! pero es algo al menos... Sabes? también me funciona muy bien la música o una lectura de un buen libro... la verdad es que dado que soy muy cerrada para expresarme, tengo que ver que métodos de "respiradero" puedo implementar en mi!
ResponderEliminarEspero que pronto encuentres el tuyo!
Yo sospecho, como se decía al jugar detectives, que los comentarios de los post anteriores los respondiste bajo este estado, porque me sonaron a una Raquel no habitual.
ResponderEliminarLo malo de implosionar es que se van guardando tantas cosas que cuando venías a explotar para "afuera" es un desastre total, saca uno cosas de años de años, porque todo es una gran cadena.
Ojalá encontrés ese huequito de que permita dejar salir algo de presión.
Sabe Genius, yo creo que son cosas que se tienen que pasar. Todos los estados de ánimo, los altos y bajos. Por algo son. Le voy a robar la cita para mi tumblr ;) Y sí, ando buscando ese respiradero. Gracias.
ResponderEliminarAcacia, lo del tiempo en ocio es cierto. Últimamente me he dedicado a pasar tiempo conmigo. A veces desespera, pero otras nos llevamos bien conmigo misma. Lo del hobby, me falta. Ya veré qué me pongo a hacer.
Dafne, ¡yo sé! Por eso aunque sean "gritos ahogados" como tu dices, son valiosísimos. Buena suerte con tu respiradero.
Clau, hmm, no. Sí, eso de acumular cosas no es nada saludable y por eso pega aún más el bajón. Ya hallaré mi huequito. Saludos.