Deambulando por Múnich
Neues Rathaus o Nuevo Ayuntamiento |
El único motivo por el que fui a Alemania fue que quería ir al castillo de Neuschwanstein. Así de sencillo. Me alegro de no haber reducido mi viaje a una excursión al castillo, porque eso me permitió agregar a Berlín en el itinerario y un día de comodín en Múnich, adonde llegué después de la medianoche porque perdí mi tren original y tuve que irme en uno más tarde que de ribete se desviaba primero a Leipzig. Para cuando al fin reviví y salí a explorar la capital de Baviera, ya era casi el mediodía. Simplemente estaba demasiado cansada. Taché mi plan de ir al palacio de Nymphenburg y seguí adelante con mi plan de deambular por el casco antiguo de Múnich lo que me dieran los pies.
Arquitectura en Marienplatz
Recuerdo haber leído un artículo sobre Múnich en la revista de Avianca y las fotos de la gente en los jardines de cerveza. Aquel día nublado y frío de mayo no tenía ninguna semejanza con el Múnich idílico de la revista, así que si alguien me pidiera describirlo en una palabra esta sería gris. Cómo cambia nuestra percepción de las cosas cuando el día está soleado o cuando está amenazado de lluvia. (Y cuánto aplica esa metáfora para nuestras vidas en general 😩).
Partes de Altes Rauthaus (viejo ayuntamiento), la estatua de Julieta y alrededores de Marienplatz
Aún así de gris, Múnich me pareció algo encantador y me hizo preguntarme qué nos hace pensar que una ciudad tiene encanto. No diría que Berlín es encantador, por ejemplo. Y en el otro extremo, en una escala del 1 al 10, diría que París tiene un 20 en encanto. Al final, no hace sentido comparar una ciudad con la otra sino que es mejor tratar de entender su individualidad. Cada ciudad tiene una historia diferente y para mí lo más importante es que esa historia se mantenga contada a través de su arquitectura, versus una planeación urbana que hace borrón y cuenta nueva de todo.
1 y 2. Exterior e interior de la catedral de Múnich, Frauenkirche. 3. La iglesia de los Teatinos y de San Cayetano (Theatinerkirche)
Si el tiempo no está de su lado, pueden comenzar a explorar en el mercado Viktualienmarkt donde encuentran una oferta variada de comida (¡y cerveza!) alemana, aunque aquí entre nos, después de las salchichas en Viena y Berlín, ya estaba un poco aburrida de las salchichas 😂 Pueden caminar en los alrededores de Marienplatz, entrar al Nuevo Ayuntamiento, luego llegar hasta la catedral, con su graciosa historia de la huella del diablo, y seguir deambulando por la zona.
Arriba: Rincones de Viktualienmarkt Abajo: Delicias de Viktualienmarkt |
Cuánta elegancia la de los reyes de Baviera
Seamos honestos: la mayoría no pensamos en realeza al pensar en Alemania. Tal vez porque el reino de Baviera fue abolido después de la Primera Guerra Mundial y antes de eso no tuvieron mayor protagonismo, pero si hay que pensar cuál fue el legado de estos reyes, no hay que buscar más allá de sus palacios y castillos. El más accesible en Múnich es el Residenz, o la Residencia de Múnich, que prácticamente es un gran museo de artes decorativas (con lo que me gustan esas cosas 😍).
Opulento interior del Residenz |
Una o dos horas bastan para cubrirlo. Creo que la mejor manera de describirlo es que es como una casa de alguien que tiene muchísimo dinero y no halla qué hacer con él. Es una amalgama de estilos renacentistas, barrocos, rococó y clasicismo. Toda una joya. Si tienen más tiempo, y la arquitectura y las artes decorativas son "su onda", pueden visitar también el palacio de Nymphenburg, que también me lo habían recomendado.
Estampas de la Residencia de Múnich y el parque que está atrás.
En una nota graciosa, recuerdo que me sentí emocionada cuando vi que Sebastian Modak, el "52 Places Traveler" del 2019 para el New York Times, también visitó el Residenz en su viaje a Múnich. Uno, porque tenía un pequeño crush, y dos, no sé si a ustedes les pasa que se emocionan cuando ven que algún conocido (o un total desconocido al que siguen en Instagram) visita un lugar en el que ustedes ya han estado. Sí, yo soy de la gente que ve algo y dice "¡Yo estuve ahí! ¡Yo conozco ahí!", no por ufanarme, sino porque me transporta a ese recuerdo. Por enésima vez, soy rara y lo sé.
Fechas: 22 y 23 de mayo de 2019.
Entrada / Salida: Tren proveniente de Berlín (con un desvío a Leipzig) y vuelo hacia Madrid, España
Alojamiento: Airbnb (con la anfitriona más amable e interesante que he conocido)
Lo que más me gustó: El Residenz
Siempre recordaré: A los amigos coreanos y el litro de cerveza
Aprendí: Que hay un motivo por el que no me siento cómoda bebiendo cuando viajo sola
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