Como poema de Alfredo Espino

A veces es inevitable sentirse así


Ayer mi estimado @soysalvadoreno me preguntó vía formspring.me quién era mi autor salvadoreño favorito.

He aquí mi respuesta textual:
Puesiesque definitivamente Salarrué y sus cuentos de barro y de cipotes. También me gustan los poemas de Alfredo Espino. A Claudia Lars, por más que intento no le hallo sabor a su "Tierra de Infancia", para ese tipo de relatos prefiero a Francisco Andrés Escobar (el que publica una columna sabatina en LPG). Y aunque fue de lo que más me hacían leer en el colegio, la Generación Comprometida no es mucho de mi agrado literario (históricamente me parece de gran valor). Triste pero cierto, hasta en el programa de educación de "Lenguaje y Literatura" somos malinchistas, porque de escritores salvadoreños apenas y me acuerdo haberlos visto en bachillerato.

Al nomás darle "Send" a mi respuesta me quedé pensando: "Alfredo Espino... qué básico... va a pensar que en el colegio solo aprendí a recitar a la carrera 'Es porque un pajarito de la montaña ha hecho en el hueco de un árbol su nido matinal', como cualquier niño de parvularia que declama más bien como que lo van persiguiendo o como que tiene hambre, comiéndose las pausas y una que otra palabra". Pero la verdad es que me gusta, aún para una lectora -cada vez menos ávida- que prefiere la prosa a la poesía.

Atesoro en mi pequeña biblioteca una copia ya un poco maltrecha de "Jícaras Tristes", de esas de Clásicos Roxsil en papel "de pupusa". El valor sentimental deriva de que fue de los primeros libros que me regaló mi mamá y que a los 8 ó 9 años pasaba hojéandolo todas las noches, marcando las páginas de los poemas que más me gustaban o haciendo un chequecito al lado del título.

Quizá así fueron grabándose en mi subconsciente algunos de sus versos -porque de memoria, como buen salvadoreña, solo me puedo "El Nido"-, a tal grado que un día de la semana pasada me sentí en mood de poema de Alfredo Espino:

Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
Y que asco y que tristeza comenzar a bajar
(¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
con el loco deseo de haberlas extendido
¡Sobre aquél mar dormido que parecía un cielo!)
- "Ascensión", Alfredo Espino



Insisto: la mente humana es truquera y a veces hasta recitan versos, llena de recuerdos infantiles que vuelan en dos alas.

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