Pensamientos estériles
A finales de septiembre, en medio del torbellino, me diagnosticaron síndrome de ovarios poliquísticos. Tengo quistes pequeñititos en los ovarios. No sé por qué me da tanta pena decirlo, no es como que se trate de una enfermedad venérea, solo es algo que se formó en mi cuerpo sin qué ni para qué, sin que yo me diera cuenta. Es tratable, lo es. Me dicen que me van a prescribir otra pastilla, la segunda en mi cóctel, y que eso, sumado a cambios en mi estilo de vida, podría hacer que desaparezcan tan mágicamente como aparecieron.
Pero luego me dicen que existe la posibilidad de que tenga problemas de fertilidad "en un futuro", aunque siempre hay un doctor que, después de que sale con un "por ejemplo, si actualmente usted estuviera casada y quisiera tener hijos, probablemente le costaría o no podría", lo trata de deshacer con un "pero eso no lo sabemos ahora". Le doy crédito, él tiene un punto, pero que te digan de la manera más políticamente correcta "Usted tal vez no pueda tener hijos" no deja de ser un golpe bajo, de esos que te sacan el aire y te parten el alma.
Para rematar no faltan las conversaciones con conocidas que padecen o padecieron la misma condición y te dicen cuántos años pasaron "intentando" hasta casi perder la esperanza -alguien incluso me dijo que no poder tener hijos era lo de menos-. A veces me pongo a pensar, más de lo que quisiera y debería, si yo podría ser como esta última persona o cómo me sentiría si llegado el momento la madre naturaleza me dijera "No, tú no", y aunque el pensamiento sea hipotético, la emoción es real.
Es como que a usted de mujer le den una visa que sabe que algún día vencerá, allá cuando le llegue la menopausia, pero que ahora resulte que el día que quiera subirse al avión de la maternidad, existe la mínima probabilidad de que lo detengan en migración y después de un full body cavity search resulte de que su visa ha sido denegada. Y yo sé que no todas las mujeres aspiran a ser mamás, pero esta ilusa que expone su vida íntima aquí como en raras ocasiones sí.
Entonces me pongo a pensar en todas las mujeres para las que debería ser ilegal tener hijos -denegarles esa visa por completo, por seguir con la metáfora-, desde las que son negligentes, las que los abandonan, las que dejan que sus hijitos sean abusados (si es que no son ellas las que sirven de proxeneta), las que los maltratan, las que los ponen a pedir o a robar en las calles, hasta las que se suben al elevador naranja de Multiplaza con sus hijos y dos empleadas domésticas (delatadas por el uniforme, por supuesto) y entre un piso y el otro le pegan al niño mayor en la cabeza mientras le dicen entre dientes "Me vas a hacer caso", y después no evito preguntarme si la naturaleza en verdad es sabia y cómo mujeres así sí pueden tener hijos y alguien como yo tal vez no.
Este es el ir y venir de mis pensamientos estériles sobre algo que se me escapa de las manos, que podría ser o no ser. Quizá eso es lo que te termina de dar la patada al hígado, no saber cuán probable es lo que te dicen que "es probable" y solo saber, en cambio, que no es algo que puedas controlar. Supongo que lo único que puedo esperar es que los estériles sean solo mis pensamientos.
Quizá esta es una de esas raras entradas en que me sobreexpongo y que escribo con el solo propósito de hacerle saber a aquel que se pueda identificar con lo que lee que no está solo.