De por qué no importa cuánto planees

Dice Murphy que si hay posibilidad de que algo salga mal, saldrá mal. Los aeropuertos, por supuesto, no son la excepción. Comalapa, lunes 25 de julio. Cerca de las 7:30 p.m. una aerolínea centroamericana ahora asociada a una colombiana anuncia el retraso de dos horas de su vuelo a Nueva York. ¿Ahora qué? 

Durante la semana anterior dediqué hasta el último minuto a planificar cada movimiento que daríamos en la ciudad que nunca duerme. Perdí el sueño tratando de prever hasta el más paranoico de los escenarios. ¿Qué tal si no llega la maleta? ¿Si llueve? ¿Si persiste la ola de calor? ¿Si nos perdemos aquí? ¿Si nos encontramos allá? Pero nunca se me pasó por la mente que no saldríamos el lunes.

El reloj pasa de las 9 p.m. Los demás pasajeros están muy molestos. Yo también debería estar molesta... ¡se supone que mañana por la tarde tendría que estar caminando por el puente de Brooklyn! Pero me preocupa más que nos suban a todos a un avión que necesita mantenimiento. Ni siquiera me gustan los aviones, ¿para que me subo a uno si no me gustan?

Ay, ¿por qué hace tanto calor aquí? "Joven, disculpe, no funciona el aire acondicionado", le digo yo. "Estamos tratando de solucionarlo", me responde. Este de seguro ha trabajado previamente en call centers. Somos los únicos esperando en toda Comalapa, el truco del A/C lo han de haber hecho por el drama. Quieren que nos sintamos como en Final Destination. 

Dicen que ya no saldremos a las 10, sino que a la 1 a.m. Eso no me hace sentir más segura. Para colmo, todo lo que planeé fue por gusto, o al menos así me siento. Quizá esta es la primera lección del viaje: no importa cuánto planees, más vale ser flexible. Al diablo los planes, ¡es tiempo de que viva sin planes! O al menos eso me diré para consolarme.

Nos piden que cambiemos de terminal y todos corren corremos como si fuéramos a tomar el bus. Por fin otro anuncio oficial y no el cuchicheo de los demás pasajeros. No hay avión, no hay vuelo. Regresen mañana.  Salimos por migración y nos alojan en un hotel. Alcanzo a ver la repetición de (lunes de) Criminal Minds en una cama ajena. 

Mañana será otro día. Sin planes.

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